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Sobre la literatura "comercial"

Es común escuchar o leer críticas hacia determinado autor, hacia editoriales, e incluso a algunas librerías por el hecho de producir y promocionar literatura muy comercial. De este tema se habla mucho en diversos foros, en los cuales se pueden encontrar opiniones muy variadas y contrastantes. He decidido escribir sobre este tema tratando de pensar más como lector que como escritor porque, al fin y al cabo (y obviamente), he pasado mucho más tiempo de mi vida leyendo que escribiendo; y he tenido la dicha de encontrar libros de muy buen contenido de los más diversos géneros y, como adicto a la lectura, he de asegurar que cualquier tipo de lectura puede ser entretenida y gratificante cuando se aprende a valorar los libros y a sus autores por su capacidad de envolvernos y cautivarnos en una buena trama, y no por su género o categoría. Cierto es que hay libros que no logran el objetivo de cautivar al lector ni de despertar siquiera el mínimo interés. Esto me ha pasado a mí muchas veces. Sin embargo esto no es, a mi entender, motivo para condenar al autor o a la editorial, y mucho menos a la librería, pues todos estos trabajan para llenar las espectativas de sus lectores y saben que no a todos nos gusta lo mismo. Siendo de este modo, y sabiendo lo difícil que es quedar bien con todos, cada escritor se enfoca en un género específico: el que mejor se adapta a su estilo y el que considera más acorde con su gusto y su capacidad; o, quizás, aquel que lo marcó en determinada época de su vida. Y es lógico pensar que cada uno intenta cumplir con su papel de la forma más decorosa posible y trabaja duro para alcanzar la mejor calidad del producto. La razón de ser de todo ese esfuerzo es el deseo o el interés de que el lector se interese de manera positiva por lo que hace. Todo escritor necesita vender sus libros, por lo tanto, intenta exponer su producto de la forma más atractiva posible. Todavía no sé de alguno que escriba libros para no vender; así que, en mayor o menor medida, todos somos comerciales. Algo similar ocurre con las editoriales y las librerías. Las primeras deben procurar la más pronta recuperación de la inversión que hacen para editar un libro y por eso deben escoger obras que resulten atractivas al lector. Las segundas no pueden darse el lujo de hacer grandes compras de libros que no se van a vender y van a terminar siendo un estorbo en sus estantes y bodegas. Al final, si hay alguien a quién reclamar por esto, sería a los sistemas educativos que no enseñan a leer literatura de valor artístico y cultural a los niños y jóvenes, y no a los que producen literatura. En este tema, considero que es la demanda la que controla a la oferta. Lo más lógico sería educar a la demanda para que exija mejor calidad en la oferta. Al menos esa es mi opinión. Quisiera saber la suya. Si lo desea, puede dejar un comentario en la sección correspondiente con su opinión.

Luis Mariano Rodríguez Meléndez