¿QUÉ SENTIMOS AL LEER… Y AL ESCRIBIR?

Evidentemente todos los escritores hemos sido, en mayor o menor medida, unos apasionados lectores. Antes de tener como mejor amiga a nuestra pluma, nos hemos sumergido en las historias que otros anteriormente han regalado a sus lectores. Sí, nos hemos adentrado en ese maravilloso submundo imaginativo de alguien, a quien por regla general no conocemos, para sentir unas sensaciones que éste es capaz de transmitir a través de sus palabras plasmadas en papel. Y así, de la mano de un desconocido, nos hemos emocionado y también entristecido, a la vez que reído e incluso maldecido por el dramatismo de una determinada historia.

En efecto, leer es como entrar en otra dimensión, en otro mundo lleno de posibilidades en el cual nuestra propia imaginación juega un papel fundamental, pues tomamos parte en las historias identificándonos, en muchas ocasiones, con algunos de los protagonistas. Por unos momentos, somos capaces de alejarnos de esa monotonía que a veces invade nuestra existencia para adentrarnos en otro mundo que no por ficticio, nos produce menor placer. Así es, somos capaces de sentir las sensaciones de un personaje que, en teoría, no existe. Pero no, quizá no exista en la realidad presente, esa que de vez en cuando nos atenaza y no nos deja volar, pero sin lugar a dudas sí existe en esa realidad imaginativa que forma parte de nuestros sueños y de nuestras esperanzas. Sin movernos de nuestro sillón, viajamos a mundos sin descubrir que quizá, por qué no, nosotros mismos descubramos algún día en la realidad del presente.

Sí, la literatura tiene ese don, ese halo de misterio que nos puede hacer volar aun teniendo los pies anclados en el suelo de nuestro propio salón. Y es por tal motivo por el cual los escritores, conscientes de que somos capaces de hacer sentir al lector un sinfín de sensaciones, nos aliamos con la palabra escrita para transformar la realidad en ficción y, también, la ficción en realidad. Muchas veces me han pregunta qué es aquello que me motiva al escribir y, la verdad, podría llenar cientos de páginas hablando sobre esta cuestión, pues escribir es querer transmitir todo aquello que sucede a tu alrededor, tanto lo bueno como lo malo. Es como una necesidad por intentar sacar de tu propio interior esos sentimientos que en ocasiones te oprimen el corazón al ver un sinfín de injusticias, pero, igualmente, es una necesidad por exteriorizar sensaciones tan maravillosas como pueden ser el amor, la pasión, la amistad e incluso la esperanza.

Como acabo de decir, podría estar páginas y páginas relatando minuciosamente todo aquello que siento a la hora de escribir, pero para resumirlo en una sola frase, diré lo que ya he dicho en algunas entrevistas o conferencias en las que me han preguntado por esta cuestión: “escribir es como entrar en otra dimensión, en otro mundo, en una nueva realidad imaginativa en donde la magia es capaz de crear belleza por sí misma”. Así es, escribir es como volar aun teniendo los pies atados al suelo, pues la fuerza de la imaginación nos devuelve esa libertad que en algunas ocasiones la realidad cotidiana nos arrebata.

Víctor J. Maicas (*escritor)

http://victorjmaicas.blogspot.com