LEED, SI NO QUERÉIS QUE OS CONFUNDAN

Cristián Mínguez

 

A través de mi programa de radio La Mecedora, Magazín de Medianoche, he tenido la oportunidad, en la mayoría de ocasiones, también el placer, de hablar con muchas personas que están directa o indirectamente relacionadas con el mundo de la Literatura y por tanto , hacia la lectura.

He asistido a numerosas ruedas de prensa, siempre me han interesado las presentaciones de obras de teatro, pues creo que dentro del mundo literario es el método de expresión más creativo, donde un principio inspirador toma vida propia y crea una magia que nos transporta a un mundo donde las historias se perfilan de maneras aleatorias en función del director, la interpretación de los actores, y en la actualidad por medio de las continuas versiones que se hacen de grandes autores.

De esta forma tenemos, por ejemplo: “Tartufo” de Moliere , y seguidamente en letra más pequeña: versión de…;/ “Filomena Marturano” de Eduado de Filippo, y debajo: versión de…  ;/ a veces, incluso hay quien utiliza el nombre de la obra, dando por hecho que  todo el mundo la conoce, y además de versionarla, se pone como autor.

No es mi intención cuestionar la manera de escribir de estas personas que versionan lo que otros crearon, en ocasiones, a base de muchas penalidades, y pocos beneficios económicos, o si no, que se lo digan a Cervantes. Cómo hubiera cambiado su existencia con tan sólo una parte del dinero que se han endosado quienes cobran los derechos de sus versiones.

La justificación que es común , por parte de los responsables, es argumentar:  que los tiempos cambian, que ahora no se puede representar lo que está escrito de tal o cual manera; que en el fondo se le hace propaganda al autor.

¡No!, ningún creador quiere que se manipulen sus obras.¿Os imagináis que alguien quisiera modernizar el vestuario de las “Meninas” de Velázquez? . Cubrir los cuerpos de “El beso” de Rodin… Quitarle la rima a los versos de Gustavo Adolfo Bécquer… Cuando un autor pasa a ser de dominio público, debería estar más protegido por las leyes, por las instituciones y academias de las lenguas; para salvaguardar, no sólamente el título y “el argumento”, sino para que las generaciones venideras comprueben por sí mismas la manera exacta de escribir de un determinado autor.

Mi última experiencia, en teatro, ha sido “La duda”, basada en la novela “El abuelo” de Benito Pérez Galdós.¡Qué interesante! hubiera sido saber su opinión sobre esta versión, que por cambiar, le han cambiado hasta  el sexo al personaje principal ,que ha pasado a ser abuela, pues según sus versionadores era más lógico que la duda en cuestión la desvelaran, suegra y nuera; omitiendo el sentido de la línea dinástica por parte del varón donde se transmite el apellido y la primogenitura, que ahora no es tan importante pero si lo era para los varones que vivieron en la generación del 98.

En fin,  que lo mejor es perderse en las bibliotecas, buscar los textos originales y saber realmente donde está la semilla de la que han salido las grandes obras maestras.

Por todo ello: Leed, si no queréis que os confundan…