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Loca entrevista con Daniel Fuentes Casado, autor de 'El hombre analógico', en la que se cuela Tertu, su peculiar protagonista 

Loca entrevista con Daniel Fuentes Casado, autor de 'El hombre analógico', en la que se cuela Tertu, su peculiar protagonista 

"Nos vamos por el retrete, terrícolas" 

 

El escritor Daniel Fuentes Casado se presenta a esta charla con Maese Tertu aferrado a su brazo, recién salido de las páginas de su ópera prima, El hombre analógico, novela que protagoniza. La inclasificable criatura luce un bigotón, flanqueado por unas patillas de carlista, y su especialidad es cuestionarse el mundo y llegar a conclusiones peregrinas que tienen su gracia e invitan o incluso obligan a reflexionar.

Enemigo del consenso y adicto a las preguntas poco amigas del código binario sobre variopintos temas, sean baladíes o grandes cuestiones no resueltas de la humanidad, Tertu toma la avanzadilla cuando escucha las palabras “cambio climático” y “pandemia”. 

Sobre el cambio climático, sentencia, después de mucho carraspear y sacudir los hombros como si se sacudiera caspa incandescente, que “es en lo único en lo que parece que nos hemos puesto de acuerdo últimamente como especie. Cuando los sapiens nos ponemos, somos una especie que no hay quien nos pare. Sin embargo, la pandemia, o como rayos se le llame a este apocalipsis bufo, nos ha pillado in púribus”. 

 

HANNAH SANEL: Señor Tertu ¿Se considera un hombre común o extraordinario?. Como siempre que no sabe qué hacer y se le mezcla realidad con irrealidad, menea el mostachón, que, con las guías enruladas a la altura de los ojos, le ofrece un marco desde el que mirar el mundo, como a un/a director/a de cine intentando acertar con el cuadro, y responde: 

TERTU: Verá, Maesa Hannah. Usted sabe que no hay nada más vulgar que intentar ser  extraordinario. Como “hombre soy y nada de lo humano me es ajeno”, todavía sueño con inventar un sistema filosófico o descubrir teoremas o accidentes geográficos a los que dar un nombre y dar a mis hijos un apellido ilustre del que blasonar. Querer alcanzar logros extraordinarios es de una enorme vulgaridad. El famoso afán del que hablaba mi venerado maestro Landero en su novela 'Juegos de la edad tardía'.

H.S: Habida cuenta de que hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, como autor de 'El hombre analógico' ¿eres de los que opinan que cualquier tiempo pasado fue mejor?

DANIEL FUENTES: Nos hemos puesto de hinojos ante la máquina, de una manera de la que ni somos conscientes, sin ningún cuestionamiento, y eso no es una buena noticia para la Humanidad. Y me atrevo a decir que tampoco para las máquinas. Nos dirigen los jinetes del apocalipsis de las multinacionales de redes sociales, la Inteligencia artificial, las telecompras, los teletrabajos y las telegaitas. Eso tiene un coste feroz para la Humanidad y el planeta. Es una tiranía de proporciones orwellianas, como no se había conocido otra. Son malos tiempos para la lírica, la intimidad, el silencio y el sosiego. Todo lo mejor de lo humano ha nacido en soledad, después de mucho trabajo sereno y profundo. Si Newton hubiera estado mandando whatsapps mientras le cayó la manzana, seguro que no se le habría ocurrido nada. 

Por otra parte, igual que las armas de fuego acabaron con el arte de la esgrima, y cualquier canalla con una pistola podía matar por la espalda a un aguerrido espadachín, hoy cualquier imbécil con conexión a Internet puede sentirse medio omnisciente. El argumento de “para qué estudiar o memorizar si está todo en Internet” es descorazonador. También todo el saber estaba ya antes concentrado en la Enciclopedia Británica, y a nadie se le ocurría plantearlo con ese descaro insolente, antes no se decía “bah, para qué estudiar, si ya está todo en los libros”. 

H.S.: ¿Y crees que lo analógico y lo digital están reñidos? ¿Solo es cuestión de tiempo que este acabe con aquel o somos nosotros quienes no aprovechamos todas las posibilidades? 

D.F.: Creo que es algo que nadie se ha atrevido a formular porque hoy parece anatema. Se oye criticar a las vacunas, y hay teorías para todos los gustos contra gobiernos de todo tipo, pero nadie, ni rico ni pobre, ni poderoso ni anónimo critica el mundo digital. Internet es el nuevo dogma de fe, de hecho y de derecho. 

Me gustaría añadir a continuación una anécdota en apariencia inocua, pero que en el fondo puede ser gravísima. Sé que, comparado con otras cosas, puede no tener ninguna importancia, pero dentro de un orden me parece ilustrativo del trasvase de poder y control que está habiendo por parte de los estados a las multinacionales, ya digo, que de hecho y de derecho: me avisaron del banco, no de la administración, de que el carnet de identidad iba a caducar, cosa en la que, si no me hubieran avisado, podría haber tardado años en reparar. Y eso que no tengo cuenta online ni jamás compro nada por Internet que no sea un billete de avión, y eso cuando no me ha quedado más remedio, porque cuando lo he podido evitar lo he hecho con una agencia.

Sin ser un neoludita ni cuestionar las evidentes posibilidades de Internet, creo que en otros muchos aspectos, el mundo era mejor sin Internet, y quizá la Humanidad haya salido perdiendo. En términos de sosiego, de autonomía y de prisa, desde luego. No es en absoluto peor ir al cine a ver una película y tomarte luego unas cañas con l@s colegas que quedarte en casa, cultivar la obesidad y la lumbalgia viendo Neftlix. El problema de lo digital es que lo arrasa todo, no respeta nada anterior. No es que los demás tengamos problemas con lo digital. Es lo digital lo que parece incompatible con cualquier otra realidad, que siempre termina avasallando. Hoy día, ya es de hecho imposible hacer trámites presenciales en la administración. Los bancos van a cerrar 8000 sucursales en España, y dentro de no mucho será obligatorio el telebanking. Las empresas se llenan la boca de cosas tales como “atención al cliente”, pero no respetan a los clientes, que los hay, y muchos, que quieren hablar con un humano y una atención personalizada. Se empeñan en sustituir a los humanos por máquinas, que, de momento, lo de atender a los clientes, lo hacen muchísimo peor. 

H.S.: Parece que el tema le indigna, Señor Tertu…

TERTU: Propongo un ejército de mamíferos armados con piedras, hoces y martillos para destruir routers, cortar fibra óptica y apedrear repetidores. Propongo un apagón digital, de grado o por la fuerza, de varias, horas, días o semanas, a ver de qué somos capaces antes y después la Humanidad: “Recuerda, César, que eres hombre; recuerda humano, que no eres un cyborg”.

H.S.: ¿Quizá considera que las cosas mejorarían con una tecnología al servicio de la tradición? 

TERTU: Verá, Maesa Hannah. Eso de la tecnología al servicio de la tradición me parece una contradicción ya en los mismos términos. La tecnología digital se utiliza por parte de estados y multinacionales para fomentar y aumentar el control de la población, incentivar sus hábitos de consumo, orientar y predecir la intención de voto, insuflar opinión pública, robar y vender nuestros datos. Para charlar con tranquilidad, leer un libro, pasear, no hacer nada, bailar, cocinar, levantarse a mediodía o disfrutar de una conferencia o un concierto no hacía falta tecnología.L@s que conocimos el mundo sin Internet lo sabemos, y me parece extraño que nos cueste tanto recordarlo. 

Es verdad que el poder siempre se ha ido transformado para perpetuarse, eso sí que es una verdadera tradición. De momento no veo ni la más mínima resistencia por parte de la ciudadanía. No hay, que yo conozca, movimientos ni asociaciones serias promoviendo una reflexión de ningún tipo. El “poder tradicional” siempre ha usurpado la tecnología para seguir seguir perpetuándose. Y lo hacen cada vez más y mejor, eso hay que reconocérselo a los jinetes del apocalipsis y a los genios malignos que en el mundo serán y han sido. 

H.S.:¿En cuestiones ambientales cree que el ciudadano puede hacer algo para mejorar las cosas? ¿Qué hace usted a diario en favor del planeta, es un ciudadano comprometido con el medio ambiente? ¿Y las empresas, señor Tertu, qué responsabilidad tienen? 

TERTU: Es cierto, y hay que agradecerlo, que todavía se nos trata como a personas por parte de algunas instancias de lo que queda del estado del bienestar, en franca demolición, por cierto, si no lo defendemos de las huestes del Mal. Pero los/as ciudadanos/as somos tratados/as de manera creciente como consumidores, clientes y meros usuarios a los que robar datos por casi todas las empresas. Somos interesantes en la medida en que votamos y compramos. Si somos conscientes de esa fuerza y la utilizamos estratégicamente, todavía nos queda algo que decir, aunque sea desde esa tribuna humillante.

En lo personal, me gustaría decir que soy un activista de Greenpeace y que desarticulé una banda de tráfico de uranio enriquecido, que gracias a mi concurso se acabaron los cementerios nucleares y que convencí a Trump de que cambiara de peinado y a Bolsonaro de que dejara en paz El Amazonas. Mis compañeros de armas y este servidor martilleamos routers a diario, saboteamos mazos de cables de fibra óptica e intentamos que “la red” se caiga a diario en nuestra oficina de COESCO. Estamos recogiendo firmas para que a las multinacionales se les prohíban los correctores de textos, para que se consideren un delito de lesa alfabética incompatible con el derecho a la educación. 

Meto mazos de folios con clips y post-it en la fotocopiadora para atrancarla. No utilizo ordenador, sino la misma Remington desde hace 30 años con la que escribiré mis memorias. 

Intento organizar un comando para sabotear la tecnología 5G, otra más de las trágalas que nos han colado de rondón, y ya van unas cuantas. 

H.S.: ¿Sobre la pandemia, qué opinan ambos?

TERTU.: Si no fuera por la gente que ha perdido a familiares, a los que acompaño en el sentimiento de todo corazón, la pandemia es lo mejor que nos podría haber pasado desde las plagas bíblicas. Nos han dado la oportunidad de parar inercias planetarias, con lo difícil que eso es. Nunca antes el 90% de la Humanidad había estado confinada al mismo tiempo y nos ha hecho ver fehacientemente cosas que de otra manera hubieran sido muy difíciles siquiera de imaginar. Somos tan burros que ni por esas aprenderemos. 

Más allá de las evidentes resonancias bíblicas y de las teorías animistas que dicen que el planeta se venga de los humanos, me cuesta ver con claridad y justicia, no como a nuestros tertulianos y todólogas, que tan pronto opinan del bosón de Higgs como de geopolítica como de alimentación ayurvédica. Creo que si la pachamama se hubiera querido vengar, ya le habíamos dado razones más que sobradas antes de la pandemia. Y que la venganza podía haber sido mucho más terrible. Y por experiencia sabemos que cuando la pachamama se venga, es como Saturno devorando a sus hijos. 

D.F.: Al principio, cuando estábamos todavía en primero de pandemia, se podía albergar la esperanza de que esto nos iba a unir un poco como especie, aunque solo fuera egoístamente, por entender que nadie, excepto los laboratorios, Neftlix y Amazon, saca nada bueno de todo esto. Resulta difícil entender tanta bronca política entre los partidos por algo tan poco ideológico como un virus. Ahora, pocos meses después, ya en segundo de pandemia, se ve claramente que no hemos aprendido nada, que no hemos cambiado nada y que nos negamos en redondo a aprender y a cambiar. Suspenso, pues, en primero de pandemia. Tenemos muchas asignaturas pendientes todavía de primero, y estamos ya en segundo.

H.S.: Con tanto asfalto y luces de neón, abducidos por las pantallas de los móviles, ¿Qué nos perdemos, Daniel, ...sin mirar al cielo, sin mirarnos ni prestarnos la debida atención, sin escuchar a los pájaros, sin reflexionar, sin escucharnos a nosotros mismos? 

D.F.: Parafraseando la canción Beautiful boy de Maese John Lennon, a este paso, la vida es eso que nos va a pasar mientras uno estaba demasiado ocupado mirando una pantalla. Ya antes de la pandemia había grupos de turistas con gorra, auriculares, mascarillas y gafas de sol descargando códigos QR con información del monumento, a pie de monumento, en lugar de mirar el propio monumento. Los guías les hablan por el pinganillo para indicarles donde descargar los códigos de los distintos itinerarios sin mayor interacción. Casi todo empieza a parecerse a eso. Hay estudios que sostienen que miramos la pantalla del móvil una media de 5 horas al día. En los trabajos, ya sea por la medidas sanitarias o por la razón que sea, cada vez es más normal mandar correos electrónicos a alguien en la sala de al lado y menos habitual compartir un café a media mañana. Creo que no se trata tanto de proponer grandes revoluciones mesiánico-planetarias contra la tecnología digital, que no estaría mal, por cierto. A veces se trata solo de no perder una modesta charla con tus colegas ante un café, y eso está al alcance de todo el mundo. 

H.S.: ¿Unas reflexiones mirando las estrellas, dando un paseo por el bosque, entre libros o a la luz de una vela, ... puede competir con el reinado de los algoritmos? ¿Señor Tertu, le gusta dar paseos por el bosque para conocer el medio ambiente, es esa una manera de apostar por el medio ambiente? 

TERTU: No vendamos tan barato el activismo, Maesa Hannah. El activismo tiene que poner el pecho. Decíamos más arriba lo de seguir compartiendo el café con los/as colegas, que está muy bien, pero llamarle activismo a eso, me parece ir un poco lejos.¿Cómo nos referiríamos entonces a Greenpeace? Aunque a lo de contar historias con un vino delante del fuego, me apuntaré siempre, le llamemos activismo o como le llamemos. 

H.S.: ¿A usted, Señor Tertu, le preocupa el medio ambiente, el calentamiento global y el negacionismo, las causas y consecuencias del efecto invernadero? 

TERTU.: Desgraciadamente, estoy tan ocupado pensando en cómo llevar el pan a casa a diario, o mirándome el ombligo, o enrulándome las guías del bigote o mirando la pantalla del móvil, aunque solo sea para pensar en cómo deshacerme de ella, que confieso no le dedico a estas grandes ideas todo el tiempo que merecen. 

Más que preocuparme, en mi vertiente activista, y aquí sí me considero activista, me ocupo de sabotear la implementación de la tecnología en mi empresa. En cuanto me reúna con mis compañeros de armas, estudiaremos formar un comando ad hoc a favor del medio ambiente. 

H.S.: ¿Y la pandemia, Daniel, opinas que también es consecuencia de nuestra mala relación con el planeta?

D.F.: Pandemias ha habido siempre, y mucho peores en términos de mortandad. La malaria, el cólera o el simple hambre no tienen consideración de pandemia según la OMS, y han matado en los últimos 30 años mucho más que el dichoso corona. Como el Ébola o el Zika, nos preocupan los virus que desconocemos. Parece que una vez que conocemos un virus perdemos el interés por él, aunque siga matando. Es como si los militares perdieran por negligencia las guerras que pueden ganar, solo porque no se esfuerzan lo suficiente en ganarlas. O como si los estudiantes no se esforzaran en estudiar los exámenes solo porque saben que en cuanto se esfuercen podrían aprobar. O quizá lo que pasa es que como Humanidad no nos interesa aprobar el examen y nos interesa que sigan muriendo decenas o cientos de millones de personas en el llamado tercer mundo, consideradas prescindibles en términos de productividad. 

Por otra parte, creo que la OMS o la autoridad competente de turno debería incluir entre las pandemias la obesidad producto de la publicidad y la comida basura, la diabetes, producto del abuso del azúcar y de la sola ingesta de arroz en muchas regiones de India y del Asia Monzónica. Así, que se me ocurran a bote pronto. Igual que en las cajetillas de tabaco se advierte de sus peligros, así debería procederse con la comida basura, las grasas trans, el aceite de palma, las harinas y el azúcar refinados. 

En China ya han establecido por ley horarios para los/as adolescentes y los videojuegos. En Corea del Sur lo hicieron hace años. Sé que no es fácil y que plantea problemas a muchos niveles, pero a lo mejor ha llegado el momento de que las redes sociales tengan consideración de pandemia por su potencial adictivo. O al menos que haya una reflexión sobre ello. 

H.S.: ¿Eres amante de la Naturaleza, Daniel? ¿Cómo valoras la situación en la que nos encontramos? El ser humano no es el mejor amigo del planeta...  

Soy urbanita compulsivo. Un cateto de ciudad que se creía que los tomates crecen por generación espontánea en las baldas de los supermercados, una especie que desgraciadamente abunda mucho. Me acuerdo mucho de las frases que nos hacían traducir en latín: “uita urbana odiosa est, uita rustica beata est”. Y de aquello que decía Frai Luis de la escondida senda por donde han ido los sabios que en el mundo han sido. Tengo que reconocer que mi relación con la naturaleza ha sido la de un dominguero, que iba con mantel a cuadros, una tartera con tortilla y filetes empanados y se quedaba sentado en una hamaca plegable para evitar picaduras y alergias. Mi desconocimiento de plantas y animales es total, y no distingo una pulga de un saltamontes. Es una forma terrible de analfabetismo, tan terrible que ni siquiera tiene un nombre. Confieso que me avergüenzo y que lo estoy intentando corregir. Como buen urbanita, llevo un neorural muy dentro de mí, que se abre hueco a voces desde el fondo de la conciencia. Y el que avisa, no es traductor. 

H.S.: ¿Y teniendo en cuenta cómo estamos dañándola, el ciudadano de a pie debe opinar, mostrar su parecer, ser activista, hacer augurios sobre los designios del mundo, señor Tertu?

TERTU: Creo que opinar por opinar no sirve de nada, eso ya lo tenemos a diario en los medios, y solo sirve para abundar en el ruido. Para eso ya están nuestros/as ilustres tertulianos y todólogas. De hecho, esto que estoy yo haciendo es solo opinar, que es verdad que sirve para formar opinión pública cuando se publica en medios o blogs como el suyo, Maesa Hannah. Pero estaremos de acuerdo en que el mejor ejemplo es el de la gente que hace y no opina, la gente que te está dando una lección sin saberlo y sin pretenderlo, la gente que seguramente nunca sale en los medios, esos/as son los/as imprescindibles de Brecht, y no lo saben, ni falta que les hace. 

H.S.:¿Qué opina de Greta Thumberg, Señor Tertu, se siente identificado con su mensaje... ? ¿Cree que es una gran líder del activismo, una soñadora, una niña Quijote o producto del marketing? 

TERTU: Como cualquiera que diga que el emperador va desnudo, Maesa Greta merece todas mis simpatías y respeto. Pero el fenómeno Greta, no la persona, el fenómeno en que se ha convertido esta criatura es otro invento más de los medios, una especie de Pepito Grillo al que poner en el pedestal para luego poderla lapidar y no errar el tiro. Un juguete roto del activismo. Verá como de aquí a no mucho empiezan a decir que hay una foto de Greta subida en un vehículo contaminante, que le han hecho una foto comiendo una ensalada que no es de productos orgánicos o que lleva unas zapatillas fabricadas en oriente. Una vez hecho el trabajo sucio de la intoxicación mediática, ya ni siquiera serán los medios, sino que será la propia gente, su burricie y su cainismo la que continúe el trabajo sucio contra Greta. Así funciona esto de la propaganda: si quieres hundir a alguien, empuja hacia arriba lo más alto que puedas, que más dura será la caída. 

H.S.: ¿A la vista de cómo está el panorama, Daniel, harías las maletas para mudarte a Marte o a la Luna, y cómo imaginas nuestras vidas en otros planetas y galaxias? 

D.F.: Ganas me dan, como a todo el mundo, de ir como El Principito recorriendo planetas y aprendiendo cosas nuevas. En vista de que hay muchos mundos posibles, pero de momento parece que todos están en este, habrá que quedarse aquí, a combatir al genio maligno que parece que ha poseído a la Humanidad últimamente. 

H.S.: ¿Crees que todavía estamos a tiempo de salvar el planeta o, mejor, de salvarnos a nosotros?. Porque el planeta seguirá, sin nosotros, pero no será el mismo…

D.F.: No sé si estamos todavía a tiempo de salvar al planeta de nosotros. Está claro que el planeta estuvo aquí mucho antes que nosotros, y que nos sobrevivirá. De momento, COVIDs y otras miserias aparte, el planeta no nos ha endiñado todavía el rabotazo que nos llevamos tiempo mereciendo… Es como si el planeta todavía nos quisiera, nos necesitara o nos consintiera por aquí. Estos primeros días de nevadas de 2021 y todo el pasado 2020 estamos aprendiendo lo precario que es todo. Un bicho microscópico o unos centímetros de nieve dan al traste con toda nuestra forma de vida. Sin abundar en hipótesis animistas, parece que de nuevo la nieve nos recluye en las casas y nos vuelve a invitar a reflexionar justo a principio de año...en el que, por cierto, ya hemos vivido un intento bufo de golpe de estado en los U.S.A., liderado, entre otros, por gente disfrazada de búfalo y conspiranoides con teorías más y más delirantes. No parece que como conjunto hayamos aprendido nada del 2020. Hay veces que a uno le da por pensar que no tenemos solución. 

H.S.: ¿Te gustaría tener tu propio planeta y ser extraterrestre, una isla desierta a la que escapar ...o aún confías en que las letras puedan ser más fuertes que las armas, tal y como reza el libro? ¿O quizás llevar una vida nómada, y qué tal en una ecoaldea, o hacer una casa en un árbol?

D.F.: El planeta y el prójimo nos lo están poniendo fácil a los que siempre tuvimos pruritos misántropos, extraterrestres o tarzanescos. Basta mirar la prensa o la realidad, lo que quiera que eso signifique, y los humanos parecemos el reflejo esperpéntico de una especie exótica a través de la lupa de un entomólogo chiflado. Cada vez me veo citando más veces a Astérix y su famoso “están locos estos romanos”.  Habría que hacerlo extensivo a toda la Humanidad: “están locos estos humanos”. De vez en cuando me sorprendo cantando, aunque por razones distintas,  aquella canción de Sting: “Oh,oh, I am a alien, I am little alien, I am an English man in New York”. Me sirve de mantra espantadizo.  A veces, cuando uno desconecta de la realidad y se está una semana en el campo sin ver noticias ni el móvil y se vuelve a la “civilización”, esta sensación se vuelve muy vívida, y se tardan minutos a volver a aterrizar. Pero la rutina y el acostumbramiento rápidamente nos devuelven al lugar que ocupábamos y las noticias nos dejan de parecer tan exóticas, aunque nos vayan minando por dentro. Cómo no nos vamos a acostumbrar a nuestras propias vidas, por miserables que nos sintamos, si los humanos sobrevivimos a Auschwitz. 

En cuanto a lo de “las letras son más fuertes que las armas”, de hecho es así casi todo el tiempo, y las redes y noticieros son buena prueba de ello. Decía Antonio Machado en sus Proverbios y Cantares: “Se miente más de la cuenta/por falta de fantasía:/también la verdad se inventa”. Esta idea en manos de poetas y creadoras ha dado obras maravillosas. En manos de miserables y canallas, también, pero por la otra punta. La información se ha convertido en la continuación, la sustitución o la anticipación de la guerra por otros medios. Internet en su modalidad de redes sociales son el quinto jinete. Las letras, si no se las dota de un contenido noble, también las puede cargar el diablo. Y si no, vean en Youtube la arenga de Trump a la cuadrilla de lunáticos disfrazados de búfalo que poco después asaltaron el Capitolio, antes, claro de él meterse a salvo en su limusina blindada: puritito veneno. Aprovecho la ocasión para pedir el impeachment y justo después la cadena perpetua para este sujeto por delitos de lesa Humanidad y Ecología.

Y por supuesto, y volviendo a Frai Luis, al que citábamos más arriba, claro que ya estoy pensando y trabajando en un refugio nuclear en el que sustraerme a lo divino y a lo humano y seguir la oscura senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido. Aaaaaaaaaaaaaaahhhhaaaaaaaaaaaa (grito de tarzán).¡Viva la mona chita, Francisco de Asís y la madre que parió a todos/as los homínidos/as, plantas y animales de buena voluntad!

Cómo no podía ser de otra manera, el discurso de Tertu sobre el Apocalipsis que asoma, broche de oro de esta loca entrevista, no es menos espectacular que las palabras de su creador, y busca enardecer a las masas. Al tiempo que alza las dos manos hacia el cielo, no sin antes enrularse el mostacho, exclama: “Convecinos/as terrícolas: o embridamos a los caballos del apocalipsis y a sus jinetes y aprendemos de este ensayo general o no llegamos al día del estreno. Estamos tan ansiosos por llegar al estreno de no-sabemos-muy-bien-qué que estamos todo el día deseándonos mucha mierda, como en el teatro. Pero nos vamos por el retrete, terrícolas. La estamos cagando, la seguimos cagando y vamos a más. Ya se encargará el planeta de tirar de la cadena, ya. El problema es que no quedará ni Dios para pasar la escobilla”. 

 

Hannah Sanel