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El mundo de los perros y la literatura

El mundo de los perros y la literatura

Bernardo Subercaseaux, editorial de la Universidad Diego Portales, Santiago de Chile (2014)

Es un ensayo bien estructurado que, parte de lo histórico, con antecedentes científicos durante el recorrido, para terminar con detalladas referencias de la literatura nacional y universal, respecto del "perro como personaje principal". Pero más allá de su mérito al rescatar la figura de este animal en particular, sorprende enormemente la convicción a la que llega su principal autor, luego del recorrido que debe hacer tanto histórico como bibliográfico: del respeto que se extrapola en la figura del perro a las otras especies; y del descubrir que la imagen peyorativa o disminuida que tenemos hacia el resto de los compañeros de viaje en este barco llamado Tierra, surge invariablemente desde la ignorancia y muy particularmente desde la mirada "humana" que hacemos del otro, sin considerar sus cualidades en tanto son estas acordes con su medio, y mucho menos su capacidad cognitiva y de expresión de sentimientos, en tanto nos limita el no compartir su lenguaje o formas de comunicación. Comparamos las capacidades de los "otros animales" en función de nuestras capacidades. Hacemos una mirada del otro, desde nuestra humanidad y no desde su animalidad, que por cierto puede tener comparativamente con nosotros, una escala menor de méritos "académicos" y "culturales", pero no por ello menos válidos en su relación con el espacio que compartimos. Se nos olvida fácilmente, desde nuestra ignorancia y limitada mirada, y eso a pesar de los estudios y referencias científicas cada vez más profundos, que la mayoría de las especies animales, tienen estructuras sociales, lenguajes verbales o corporales, necesidades físicas de espacio y seguridad, alimento y resguardo, y lo que podría "según nuestra mirada humana" acercarnos más, generan lazos afectivos, sufren, se frustran, se molestan y temen; en definitiva "sienten" en el sentido más amplio de la palabra, lo mismo que nosotros los humanos.

Pablo Abrego Soto