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¡ASÍ QUE CONFINAR ERA ESTO!

¡ASÍ QUE CONFINAR ERA ESTO!

Por Asun Sanz

DIARIOS, IRONIA, SURREALISMO Y REFLEXIONES CONFINAMIENTO Semana 1 MARTES. A mí madre, que tiene diabetes, el médico la ha dicho que no salga. Hace relativamente poco era paciente de riesgo si no salía a caminar cada día, y hoy, con esto del Coronavirus se pone en riesgo si sale de casa. A la mujer se la sube la bola dice, y la verdad es que me tiene preocupada, pues padece todas las patologías que la obligan a estar confinada. Que caminar ofrece muchos beneficios lo sabe todo el mundo: ayuda a perder peso, mejora el humor, fortalece el corazón, estimula la inmunidad, etc. En el caso de mí madre que su estado físico se debilite es lo de menos, lo importante es que se quede en casa, pero léase con ironía, pues en realidad lo que su médico la ha querido decir es que se siente en la cuneta y rece, pero claro eso ella ni se ha parado a pensarlo. VIERNES. La pandemia que vivimos nos está obligando a mover el foco que tan firmemente sujetábamos en nuestras vidas. Semana 2 LUNES. El tsunami de información que recibimos sobre el Coronavirus es apabullante, tremendista y fatuo, y por eso, en el absurdo de añadir más stress a una situación ya estresante, he creado al lado de la ventana del salón una zona de confort que me devuelva al que salí tan estrepitosamente. Desde ella observo, medito, aplaudo y me evado escuchando todas las canciones que de repente han cobrado sentido. En definitiva, un espacio que todo reo por supervivencia emocional debería construirse. MARTES. Desde mi ventana observo las aves. Hacerlo, aparte de permitirme desconectar de las preocupaciones, me fascina. Desde que comenzamos el confinamiento colectivo en las ciudades las aves han modificado su trino. Ahora cantan distinto, no tienen stress ni ruido que las impida hacerse oír. En pocas horas han modificado su lenguaje, parecen estar encantadas con la situación y eso de alguna manera me reconforta. Semana 3 SÁBADO. Estoy embobada mirando a los gorriones. De repente, un sonido de sirena urgente me devuelve a la realidad. Una furgoneta de héroes nacionales pasa por mi barrio a toda pastilla. Me invade un sentimiento de entrega instantáneo. Los que permanecemos en casa somos unos privilegiados, en compañía de los nuestros y con la única amenaza de morir de empacho, sin embargo hay gremios que sin opción de elegir y apenas proclamado el Estado de Alerta ya han sido llamados a filas. MIÉRCOLES Hoy me he levantado más animada. Mi propósito es el de tomarme el confinamiento como una oportunidad y no como una transición, deseo hacer tantas cosas que por falta de tiempo siempre aplazo, que hasta me hace ilusión permanecer quince días confinada. Semana 4 LUNES. Llevo veinticuatro días en casa. Mi salud mental comienza a deteriorarse y pondero la idea de arrojarme por la ventana. Desearía volver al trabajo. Semana 5 MIÉRCOLES. Ya ha pasado un mes desde que comenzó el confinamiento y una semana desde que me avisaron que debía volver al trabajo. Desde entonces, miro al abismo con ojos piadosos. Al parecer la mutua ha tardado más de lo previsto en valorar ciertos informes. La conclusión ha sido la de que con mis patologías no soy hipersensible al virus, y por el tono que denota el comunicado, sólo les ha faltado venir a casa y llevarme de las orejas. En mi vuelta me he encontrado que todo ha cambiado. Ahora, los ritmos son más lentos, las formas menos precisas y las maneras no tienen criterio. Los dispensadores de gel bactericida permanecen llenos en cada uno de los accesos a las salas que voy atravesando.Observo que cada pocos pasos hay paneles que instruyen y recuerdan lavarse las manos. El mensaje me hace gracia, que haya que recordar la importancia de lavarselas me provoca risa, pero acto seguido caigo en mi error y asiento, la de gente en el mundo que habrá que se esté lavando las manos más que en toda su vida. La desinfección de cada cosa antes y después de tocar es una señal de alarma que debo interiorizar cuanto antes, me decido a limpiarlas como si borrara las huellas de un crimen. Me advierten que el reparto de mascarillas es una vez por semana y con el tiempo descubro que será el momento más esperado. El que es distante de carácter lo sigue siendo, y aunque nadie sonríe bajo los tapabocas, hay una cosa que me llama la atención por encima de las demás, y es la amabilidad repentina y el trato sosegado de la gente. Mensajes de animó, abrazos virtuales, empatía en alza, educación reforzada, pareciera que no haya vuelto al mismo lugar del que salí hace unas semanas, y es que todos compartimos el mismo miedo, y sospecho que desgraciadamente sea esa la causa de tanta cordialidad. JUEVES. Cada vez que voy al trabajo vuelvo a casa con la sensación de que me he contagiado. VIERNES. Ahora que vivo para trabajar, y que tengo la fortuna de que me déél aire, veo la realidad desde otra vertiente. La verdad es que desde mi escasa experiencia de confinada no sabría a qué colectivo de la población otorgar el distintivo de oro, porque si los que están en continuo contacto son héroes con mayúsculas, no dejan de serlo los que se quedan en casa resistiendo. SÁBADO. Mi hija lleva desde el 13 de marzo confinada. El único aire que respira es el que entra por la ventana. Mi madre ha perdido la cuenta de los pasos que lleva dados por el pasillo. Mi vecina que tiene un pie en el cuidado de los niños y otro en el teletrabajo hace días que dejó de peinarse. Su hijo pequeño que es autista tiene permiso para salir, pero un día que salió los vecinos se lo increparon desde los balcones y desde entonces se queda en casa. Semana 6 SÁBADO. El marido de mi amiga ya ha asimilado que no hay bares ni liga. Yo la digo que entiendo que la cueste ver a su pareja como un héroe, pero que al final se dará cuenta de que también lo es. DOMINGO. Elucubrando en mi locura, caigo en la cuenta que jamás hasta ahora me había percatado de la existencia del verbo confinar. Curioseando por internet encuentro que su significado es sinónimo de obligar y de desterrar y eso confirma mí desconocimiento, pues su definición es tan terrorífica que seguramente de haberlo sabido nunca lo hubiera olvidado. Haciendo hincapié al verbo, si hay algo didáctico que van a sacar los niños de este confinamiento es el aprendizaje de un verbo que ha marcado sus vidas. A ver quién de nosotros dijo “confinar” cuando en la E.G.B nos preguntaron por verbos que acababan en –ar. Nadie, me atrevería a apostar. Pero para eso hay que explicarles a nuestros hijos que confinar es un verbo transitivo regular acabado en –ar, aunque lo mejor será que sea el tiempo quien les diga si lo recuerdan como un verbo o como una realidad. FASE 0 Semana 1 SÁBADO Salgo a la calle. Han pasado 53 días del confinamiento más cerrado. Por lo visto, lo que llevo haciendo a grandes rasgos en mí vida y que yo no sabía se llama confinar y no paraíso. Durante el paseo observo el panorama y me da un ataque de risa. Parecemos reos ansiosos que buscan pelea mientras pasean por el patio. DOMINGO 12:00 h. Veo en diferentes medios que muchas personas han salido a la calle y se lo están pasando muy bien. Es como si celebraran algo. Esta vez no me da la risa. DOMINGO 17:30 h. Llamo a mí amiga para preguntarla cómo les va y se pone a llorar.Dice que lo ha intentado pero que no ha sido capaz de ver a su marido como a un héroe. La entiendo. Durante el lockdown se creó un pensamiento filosófico común que ha llevado a la discrepancia de si cuando salgamos de esta seremos mejores o peores personas. Verdaderamente he pensado mucho sobre eso, y si por un momento puse la mano en el fuego apostando como única respuesta a la de que saldríamos practicando el buenismo, la retiro, no vaya a ser que me la queme. Para cada uno de nosotros la experiencia de confinar está teniendo un diferente significado, pero me atrevería a pensar que existen sentimientos en común que ponen en alza el valor de las personas. Algún día este dolor nos seráútil, mientras tanto, seamos responsables y respetuosos y no olvidemos que a día de hoy el virus sigue ahí fuera."Confinar es un verbo transitivo. Una reflexión ganada, un anhelo perdido. Una esperanza al aire, un dolor maldecido. Confinar es esto, un punto y seguido".