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Rescatando a Caddy y Quentin (“The sound and the fury”)

Por: Sandra Becerril*

«La vida no es más que una sombra... Una historia narrada por un necio, llena de ruido y furia, que nada significa.» Macbeth, Shakespeare Hace quince años gracias a una recomendación de la talentosa escritora María Eugenia Merino, realicé la primera lectura de “El Ruido y la Furia” y me sucedió algo que sólo me ha pasado con pocos libros, la sensación de estar de pie frente a alguien que te ve, que revisa tu interior con un instinto y sentimiento que se va afianzando conforme avanzas en la lectura del libro, mientras vas descubriendo de una manera descarada los pensamientos más mezquinos y nobles de personajes muy humanos. A lo largo de los años lo releí tres veces más, es muy cierto que los libros se leen diferente en cada etapa de la vida. Cada vez que pasé sus páginas, descubrí algo nuevo en ellas. Es un libro creado de pensamientos y palabras pensadas, que parece que nunca son pronunciadas en los labios de los personajes que sienten, reflexionan y piensan, materializadas gracias a la pluma de Faulkner. Un libro con un planteamiento difícil de seguir, pero al terminar de leerlo y sumergirse en él, siempre queda la sensación de que el autor, era un genio de las letras. El ruido y la furia (1929) es la cuarta novela del escritor William Faulkner. Cuando fue traducida por primera vez al castellano se tituló como El sonido y la furia; el traductor omitió la referencia que Faulkner usó, un verso de Macbeth cuya traducción menos cacofónica en nuestra lengua ha sido "Ruido y Furia". El título de la novela alude a un soliloquio del acto 5, escena 5 del Macbeth de Shakespeare. La siguiente es una traducción acompañada por referencias a personajes de “El Ruido y la furia” realizadas por Elizabeth Kerr. Y todos nuestros ayeres han testimoniado a los tontos El camino a la muerte polvorienta (el señor Compson) Muere, muere vela fugaz! La vida no es más que una sombra andante (Quentin) jugador deficiente Que apuntala (Jason) y realza (la señora Compson) su hora en el escenario Y después ya no se escucha más. Es un cuento Relatado por un idiota (Benjy), lleno de Ruido y Furia, Sin significado alguno."The Sound and the Fury" es la historia de la desintegración de una familia sureña presentada, por una parte, a través de la aislada voz de Benjy, un idiota congénito, quien confunde en su mente el pasado y el presente y que él evoca a través de sensaciones visuales u olfativas."Esta novela no debió ser en sus comienzos más que un cuento largo", le explicó Faulkner a Mauríce Edgar Coindreau, quien la tradujo al francés con el título de "Le Bruit et la Fureur" (1937)."Pensé que sería interesante imaginar los pensamientos de un grupo de niños, el día del entierro de su abuela, cuya muerte les ha sido ocultada; su curiosidad ante la agitación de la casa, sus esfuerzos por penetrar el misterio, las suposiciones que les acuden al espíritu. Después, concebí la idea de un ser que fuera más que un niño, de un ser que, para resolver el problema, no tuviera siquiera a su servicio un cerebro normalmente constituido, es decir, un idiota. Así nació Benjy. Finalmente, me ocurrió lo que a muchos novelistas: me sentí atraído por uno de mis personajes, Caddy. Tanto afecto le tomé, que no pude decidirme a no hacerla vivir sino en el espacio de un cuento. Ella merecía más. Y así se llevó a cabo mi novela, no diría a pesar mío, pero casi. Ella carecía de título hasta el día en que, de mi subconsciente, surgieron las palabras conocidas de "The Sound and the Fury". Y las adopté, sin reflexionar en que el resto de la cita Shakesperiana se aplicaba perfectamente a mi sombría historia de locura y de odio". La acción de "The Sound and the Fury" se desarrolla en torno a la familia Compson, personajes caídos en una profunda miseria y en la depravación, integrada por Jason Compson y su mujer Carolina; por su hija Candace (Caddy) sensual y voluntariosa que, para ocultar a la criatura que ha tenido de un amante, acompaña a su madre a una estación termal, donde encuentra un marido como padre de su hija; por los tres hijos de Compson: Quentin, Jason y Benjy, el idiota, y, finalmente, por Quentin, la hija de Caddy, quien, en el momento de iniciar el relato, tiene diecisiete años y, tal y como lo hizo su madre en su juventud, se entrega a los muchachos del pueblo, mientras su tío Jason la persigue con su odio implacable. Caddy juega diferentes roles a los ojos de sus tres hermanos: una solidaria y maternal figura para Benjy; una virgen/puta que trastorna con su sensualidad el concepto de “mujer del Sur” para Quentin; un objeto de envidia y desprecio, que arruinará la única oportunidad de triunfar de Jason. Este odio familiar es la rueda que provoca toda la acción, narrada en tres jornadas, pero en fechas diferentes. La primera parte se desarrolla el 7 de abril de 1928; la segunda, diez años antes, el 2 de junio de 1910, y la tercera, el 8 de abril de 1928, dos días después de la primera. Las tres son narradas con diferentes voces, sumergiéndonos en los pensamientos más íntimos de los tres personajes."Caddy smelled like leaves...Caddy smelled like trees", piensa Benjy. La primera parte es contada a través de los ojos de Benjy. En 1909 Caddy y un chico están haciendo el amor en un columpio en el patio de los Compson. Al descubrirlos, Benjy grita y jala del vestido de Caddy. Caddy trata de separarse de su amante y cuando él señala que Benjy "no puede hablar", ella replica perturbada, "puede ver". De este tipo de frases tan simples y a la vez tan directas, está lleno el libro. Poco tiempo después de la boda de Caddy, Benjy se detiene en la entrada de la casa de los Compson, llorando sonoramente. Su nana negra explica, "Nada lo va a tranquilizar... Piensa que si se para en la puerta, la señorita Caddy regresará". A lo que la señora Compson responde con su usual frialdad "Tonterías". En la siguiente página, en un pasaje ubicado dos o tres años después, Jason y la señora Compson están discutiendo la forma en que Benjy se las arregló para salirse del patio y "atacar" a unas niñas que venían de la escuela."¿Cómo se salió? dijo papá. Dejaste la puerta abierta cuando entraste, Jason". El resultado de cada uno de estos contrastes es un retrato desnudo de la historia de los Compson revelando la historia de la familia en toda su fragilidad. La parte de Benjy es un movimiento de apertura en la que penetran los motivos dominantes, seguida por la segunda narración, reflexiva, una especie de partición de la conciencia. Con una historia que tienta a William Faulkner en una segunda narración notable por su seriedad con un autor que se ata ante las tentaciones que ofrecen ante los ojos de sus atormentados personajes. En contraste, para mantener la pureza y candor en la parte de Benjy, están los arrobamientos de Quentin, en aquellos pasajes donde se rinde a la voz de su pasado, de sus recuerdos. Pocas páginas en la literatura norteamericana tienen la ácida furia de aquellas que se balancean entre los recuerdos de Quentin y las asociaciones que evoca; un doble juego profundamente conmovedor: Tiene en medio de todo, un episodio con la niña objeto –calificada así por el hermano y los hombres de la ley– como un intento fallido de parte de Quentin de rehacer el “salvataje” que no pudo lograr para su propia hermana, Caddy, que cayó en desgracia al “perderse” en la promiscuidad. Los símbolos fueron sido encajados en todo texto como decoración, hay que leer con mucha atención –y según comentarios que he escuchado, también con mucha paciencia-. Empezar la segunda parte implica habituarse al estilo, comprender que no se trata de una novela para devorar en el aeropuerto o en una sala de espera, que necesita digerirse a pequeños sorbos. Así mismo, la relación de Jason con su sobrina Quentin (hija de Caddy) lleva consigo una inmensa carga de repudio por culpa de su madre. Jason odia la rebeldía de su sobrina por parecerse tanto a su hermana desaparecida (Cadente). Quentin Compson. La última, hija de Candance, huérfana de padre nueve meses antes de su nacimiento. Se fuga deslizándose por una tubería llevándose 7000 dólares robados a su tío Jason, aunque el dinero legalmente le pertenecía a ella, provocó la ira de éste, que la buscó en vano, a ella y al saltimbanqui bígamo con el que se fue, como se narra en la última parte de The Sound and the Fury. Es claro que esta obra maestra del autor, está basada en este par de personajes y el proceso de sus tragedias. El autor desarrolla las distintas voces y consigue individualizar a los personajes. Crea un lenguaje propio que es sin duda la llave de entrada a su magnífico mundo interior, del que Faulker es único dueño y propietario. Faulkner había previsto realizar la edición de la primera parte de la novela con tipografía (o páginas) de distintos colores para situar al lector en el justo momento temporal. Por dificultades técnicas no se pudo hacer. Pese a que parezca difícil de leer (y en ocasiones, lo es) si el lector se sumerge en el texto, éste fluye, y más que leer una novela, uno está dentro de un estado mental de un protagonista. Y como a muchos nos ha sucedido, después de su lectura, cualquier otro encuentro inmediato con otros libros, podría parecer plano y sin matices. “El ruido y la furia”, fue llevado al cine en 1959. Faulkner no quiso participar en la escritura del guión, que corrió a cargo del matrimonio formado por Harriet Frank Jr. e Irving Ravetch. Sin embargo hubo una dramática reducción de la novela en el guión, por lo que a muchos les pareció que la película fue demasiado pretenciosa con un tono hueco. La novela es muy distinta. Una obra de idolatría: los dos hermanos adoran a su hermana menor. Idolatría por el cuerpo femenino "familiar". El lenguaje del clan de la misma sangre, el fragor del incesto. Todo ello visto desde cuatro puntos, cuatro personas y cuatro fechas, incluso cuatro estilos narrativos. Sumergirse en “El Ruido y la furia” dentro del entorno que se ha dado últimamente en las lecturas de libros bestsellers “enormes en páginas y fáciles de leer”, es una oportunidad de renacer en una novela que siente, piensa y reflexiona. *https://www.facebook.com/sandrabecerrilescritora/