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Las leyes de la belleza, el sentimiento estético y la sexualidad                                

 

 

Darío Ulloa Cárdenas Ph D

Miembro activo de la Sociedad Chilena de Sexología y Educación Sexual

El sentimiento estético tiene un triple origen y naturaleza:

genética, filogenética y ontogenética.

La belleza como fenómeno físico y psíquico

Guarda relación con cierta regularidad métrica de los objetos, fenómenos, personas o ideas objetivas, transmitidas al cerebro como ondas ópticas y acústicas, que provocan la sensación de placer estético.

A nivel biológico, básicamente en relación con la sexualidad, el tacto y el olfato cumplen con una función sensorial de orden cuasiestético importante.

         En nuestra especie, dotada de pensamiento abstracto, las ideas expresadas a través del lenguaje, oral o escrito, también pueden generar sentimientos estéticos.

         Las formas, colores, sonidos naturales, son fenómenos objetivos, preexistentes o existentes, independientemente del sujeto estético. No así el lenguaje que es un segundo sistema de señales, simbólicas, de la realidad, origen y producto, al unísono, de la psicología social y cultural.

La belleza y la reproducción de las especies

Las formas, colores y olores de las flores y el sabor de su néctar, atraen a los insectos voladores, que polinizan a las plantas sexuadas. Las flores son los órganos sexuales de las plantas. Los insectos reaccionan así para autoconservarse e indirectamente permiten a las plantas a reproducirse.

Así como la necesidad de autoconservación lleva a comer y beber líquido, la necesidad de la reproducción lleva a la sexualidad.

De ese modo está inscrito – atávicamente - en los genes.

         Impulsados bioquímicamente, por las hormonas sexuales, los machos y las hembras tienden a buscarse, por placer y para reproducirse. Es una ley básica de la Madre Naturaleza.

         El instinto sexual empuja al sexo masculino a unirse con una representante del sexo femenino, introyectando o internalizando en la mente, de manera refleja, las formas y psíquis de la hembra, como fuente de placer, naciendo así la sensibilidad estética vinculada a la sexualidad. Se unen el placer sexual con las formas y modo de ser del sexo opuesto, en forma refleja.

         En consecuencia, el origen de la sensibilidad estética, vinculada con la sexualidad y la reproducción, es en primer lugar de carácter instintivo, innato, congénito, genético.

         Eso es válido, como antecedente, también para nuestra especie.

Cada especie tiene su sensibilidad estético - sexual propia

Como se ha dicho metafóricamente, cada especie tiene su propia Venus y su propio Eros.

Cada especie reacciona sexualmente según su particular constitución y sensibilidad, frente a los estímulos visuales, auditivos, olfativos específicos, vinculados a sus características somáticas y conductuales propias de su género. Es un asunto de complementación y compatibilidades. Esa es la especificidad de la ley genética.

Sólo nuestra especie tiene la capacidad de reconocer la belleza de todos los objetos, fenómenos, seres vivientes, personas e ideas. Somos la única especie omniestética. Estamos capacitados para reconocer lo bello, esté donde esté, aún sin connotación sexual.

La filogénesis y el sentimiento estético

La extensión y cambio de carácter de la sensibilidad estética, transformado en sentimiento estético propiamente tal, de amplio espectro – no sólo asociado a la sexualidad - fue adquirido por nuestra especie en el curso del proceso de formación y desarrollo filogenético. Gracias a la capacidad de análisis y de síntesis, al pensamiento lógico abstracto - cualitativo y cuantitativo - y sobre la base fisiológica de reflejos condicionados, tras la interacción de millones de veces con el mundo circundante, en la mente del hombre en formación, se fijaron las categorías o axiomas, propios de la perfección métrica objetiva de lo bello en general o lo complementario en particular. Tales categorías, criterios o axiomas se afianzaron como prejuicios estereotipados. En ese bagaje se incluía, naturalmente lo bello antropológico, fenómeno de raíz genética.

El desarrollo filogenético, confirmó la sensibilidad estética sexual antropológica como estereotipo psicológico innato. Pero, a la vez incorporó elementos adquiridos en el proceso de formación social y cultural del homo sapiens.

El descubrimiento de Pitágoras

El pensamiento griego antiguo, dejó constancia del desarrollo del sentimiento estético aplicado al arte, en particular a la escultura y a la arquitectura. Las pirámides egipcias, con sus cámaras funerarias, los sarcófagos de los faraones, fueron imperecederos testimonios del antiguo desarrollo del sentimiento estético artístico. Lo mismo ocurre con el Templo del Sol en India y el desarrollo de la artesanía china.

En la mente humana se habían desarrollado las categorías, axiomas, prejuicios y leyes matemáticas de lo bello artístico.

         Estudiando la filosofía de la música, Pitágoras descubrió la estructura matemática de la belleza artística. Pero, ese descubrimiento atingente a la música, bien se podía extrapolar al resto de los objetos estéticos, incluyendo a los naturales.

         La lógica matemática objetiva, de las formas, colores o sonidos, naturales o creados por el hombre, subyace en el corazón de lo bello.

Leibniz confirma el descubrimiento de Pitágoras

Desarrollando el descubrimiento de Pitágoras, Leibniz, dijo que cuando escuchamos música, no nos damos cuenta que estamos contando.

Es posible agregar que lo mismo se puede decir cuando observamos un rostro o cuerpo humano. O también cuando conocemos a una persona en sus aspectos socio - cultural y psíquico: no nos damos cuenta que estamos contando.

         La lógica matemática lleva una vida más silenciosa que la conceptual.

Definición matemática de la belleza filogenética absoluta

Al tratar de definir la belleza en términos absolutos, Demócrito consideró que la belleza es sinónimo de “orden”, “simetría”, “armonía” de las partes de un todo. Platón destacó la “medida” y la “proporción”, que se transforman siempre en belleza y excelencia. Aristóteles señaló que el “orden”, la “simetría” y la “proporción definida”, constituyen la esencia de lo bello, Rousseau acentuó la “regularidad” y la “proporción.”

Ordenando lo desordenado: podemos decir que lo bello absoluto se define por la regularidad de sus medidas, por la proporcionalidad y por la simetría de las partes y la armonía perfecta del conjunto.

Tales elementos, de evidente carácter matemático, se dan en todos los objetos, fenómenos, personas e ideas factibles de ser percibidos bajo el prisma estético.

Magistralmente, Rousseau hizo ver, que el salvaje no tenía pensamiento abstracto, no tenía la capacidad de comparar, no tenía las nociones de regularidad, por lo que no tenía gusto, que le permitiera elegir, por lo que cualquier mujer podía satisfacer su necesidad.

Sin embargo, a medida que los antepasados del hombre desarrollaron el pensamiento abstracto, la capacidad de análisis y síntesis, la lógica cualitativa y cuantitativa, la posibilidad de comparar, mirando sus propias manos y pies, observando la figura de sus congéneres, demás animales y plantas, pudo comenzar a distinguir los elementos que conforman la belleza.

Entonces, como dice el versículo segundo del capítulo sexto del Génesis, del Antíguo Testamento: “Viendo los hijos de Díos, que las hijas de los hombres eran hermosas, tomáronse mujeres escogiendo entre todas.” Dejando de lado la versión sobre el distinto origen escatológico de los géneros, lo que importa es el reconocimiento hecho por la Biblia, de la relación causal entre la el sentimiento estético y la sexualidad antropológica.

El homo sapiens nació como homo amans.

Esos elementos de la belleza absoluta, fueron asimilados por los hombres, pasando a ser parte importantísima del bagaje psico – socio – cultural de carácter filogenético.

En consecuencia, al origen genético del sentimiento estético, al formarse la especie humana se agregó su origen filogenético.

Lo bello filogenético es lo bello absoluto, universal, reconocido por toda la especie humana. Esa es una ley psico – socio – cultural de la belleza, incorporada igualmente en el genoma humano.

Platón y el sentimiento estético ontogenético relativo

         Platón puso al descubierto el tercer origen y naturaleza del sentimiento estético: la ontogenética.

         Este ciclo de composición del sentimiento estético, nació en el proceso de hominización, al profundizarse la estratificación e individuación social y cultural.

         Platón, observó que en las relaciones entre los sexos opuestos, la atracción estética brota como efecto del encuentro del complemento físico de los sujetos sexuales, Es decir, a la definición de lo bello específico absoluto o universal, Platón incorporó el sentimiento estético vinculado a la sensibilidad del hombre como ser concreto.

         De manera que Platón completó, en parte, el cuadro que da cuenta del origen y naturaleza del sentimiento estético. Al nivel instintivo, innato, congénito, genético y al adquirido, universal, absoluto, filogenético, agregó el igualmente adquirido, concreto, relativo, ontogenético, individual, también incorporado en el genoma humano.

        Además, Platón incorporó la sexualidad humana, en su relación con la complementariedad física entre el sujeto y el objeto estético. Es obvio que esa complementación en el aspecto físico tiene que ver con el orden matemático, pudiéramos decir antropogeométrico del sujeto y objeto estético.

Teniendo en cuenta lo bello complementario, Platón, expresó que amamos lo que nos falta. Dentro de esa misma lógica, se puede agregar que odiamos lo que nos sobra.

         De esa manera, la belleza humana, como caso particular de lo estético, fue asociada a los números, lo descubierto por Pitágoras respecto a la música.

         Se entiende que la complementación o compatibilidad física de los sujetos sexuales, es una fórmula matemática, que la antropogeometría puede expresar mediante una ecuación.

La sistematización integradora de Immanuel Kant

En la filosofía clásica alemana, Immanuel Kant distinguió dos tipos de belleza objetiva: la belleza   “en sí”, inherente, es decir la belleza absoluta, reconocida como tal por todos los sujetos estéticos y la belleza “para sí”, adherente, la belleza relativa, reconocida como tal por el sujeto estético particular, que también es objetiva.

         Concretando el sistema creado por Kant, se puede decir que la belleza absoluta es la belleza universal, es la que por razones matemáticas objetivas, impacta y es reconocida como tal, por todos los sujetos estéticos, lo que guarda relación con la perfección métrica del objeto estético, de sus medidas, proporciones y simetría de sus partes y armonía del conjunto. Es decir, eso confirma el descubrimiento hecho por Pitágoras, que lo bello es tal por su constitución matemática. Y está claro que lo bello filogenético es la belleza “en sí”.

En cambio, la belleza relativa, es la belleza particular, más específicamente grupal – no advertida por Platón - o individual, que por razones de complementación matemática o por asociaciones particulares objetivas, es apreciada por los sujetos estéticos en función de sus propias características grupales o individuales objetivas. Vale decir, la belleza relativa, adherente o “para sí”, es la que el sujeto estético por complementación métrica aprecia en función de su idiosincrasia matemática individual o en función de la asociatividad grupal, efecto de reflejos condicionados.

La definición de lo bello esbozada por Kant, llevó a los seguidores de Hegel, a hablar de las “leyes de la belleza”, sin entrar en más detalles.

El reflejo de la belleza objetiva en la mente humana

Lo bello “en sí”, como lo bello “para sí”, son fenómenos objetivos: son personas reales, objetivamente existentes, percibidos por los órganos de los sentidos del sujeto estético, reconocidos como tales merced a la psicología socio - cultural, colectiva, introyectada o internalizada en la mente individual, cuyas regularidades métricas, propiedades grupales o individuales, se corresponden con las del sujeto estético concreto.

La belleza de los colores está relacionada con la frecuencia – medida matemática - de las ondas del espectro cromático reflejadas por la superficie del objeto visualizado, según la composición física de esa superficie.

La belleza de la música tiene relación con el ritmo, el compás, el solfeo, la armonía, la melodía – organización matemática - de las vibraciones de las ondas acústicas, dadas en la composición musical.

         Las particularidades métricas de las ondas ópticas de los colores y de las ondas acústicas de la música, como las regularidades o complementación de las formas humanas, son reflejadas y reconocidas como bellas por la mente humana.

Schopenhauer y la belleza humano - ontogenética relativa

Por su parte Schopenhauer, desarrollando el pensamiento platónico, centró su atención en el sentimiento estético asociado a la atracción sexual amorosa. Observó que ningún “objeto” nos transporta tan rápidamente a la pura contemplación estética como el rostro y la forma humana más bella. Y planteó más en detalle el concepto platónico relativo a la preferencia estética del sujeto estético, como lo objetivamente complementario.

Schopenhauer centró su atención sobre lo bello adherente o “para sí”, según la terminología de Kant, a nivel biológico individual. Acentuó el aspecto relativo del sentimiento estético, es decir de raíz ontogenética.

Más sobre el sentimiento estético ontogenético

         El sentimiento estético ontogenético tiene dos dimensiones distintas. La individual, señalada por Platón y Schopenhauer y la grupal, que falta indicar.

El sentimiento estético tiene una dimensión grupal, ontogenética, que es el de los grupos biológicos, socio – culturales y psíquicos, en los que está dividida la especie humana. Entre ellos las razas, etnias, nacionalidades, clases sociales, generaciones.

         En la dimensión grupal, el sentimiento estético se genera por asociaciones o reflejos condicionados, que desde el comienzo de su ciclo vital

el individuo incorpora en su mente.

       Por cuanto el sentimiento estético tiene una dimensión grupal adherente, relativa, igualmente objetiva, la aseveración de Platón de que amamos lo que nos falta, es incompleta también porque en esa dimensión – sobre la base de reflejos condicionados – amamos “lo que somos”. Esa es otra ley de la belleza.

El “efecto espejo” y el sentimiento estético

Como reflejo de la realidad objetiva, en la memoria filogenética están guardadas las categoría, axiomas, criterios, prejuicios, estereotipados, de la belleza objetiva y al percibirla a través de la visión o el oído, la mente la reconoce como tal.

Este fenómeno es como un “efecto espejo” o – en la acústica - el rebote de los sonidos sobre la superficie sólida de los muros: el eco.

En el fondo la mente humana imita o copia a la realidad objetiva y cuando se encuentra frente al original lo reconoce. Esta lógica se copia en los programas computacionales “buscar” para reconocer y ubicar distintas palabras o “ir a”, para encontrar una página determinada de un texto.

En los hechos la mente humana tiene un centro de análisis y de cálculo, que permite adaptarse al medio ambiente Y entre otras funciones, tiene la de reconocer las propiedades constitutivas, valóricas y métricas de los objetos, fenómenos, personas o ideas, percibidas por los órganos de los sentidos.

Actúa como instrumento rastreador, de reconocimiento, medición y cálculo.

La belleza objetiva y el impacto de consonancia

La belleza objetiva “en sí” o “para sí”, según sus propiedades valóricas o métricas, es reconocida como bella por la mente humana, cuando ambas coinciden, frente a frente.

La lógica cualitativa y cuantitativa del sujeto estético, entra en sintonía con la lógica respectiva del objeto estético. Se reconoce lo bello “en sí” o “para sí”, objetivos, generando un impacto de consonancia, que puede ser de gran intensidad psíquica, momento en el que según los griegos antiguos Cupido daba de lleno en el corazón con sus flechas.

Se trata de un fenómeno de la misma índole de lo que sucede en la acústica. Cuando hay dos pianos, uno al lado del otro y se toca la tecla de una nota musical, por ejemplo de la nota DO, la cuerda de la misma nota del piano vecino, también comienza a vibrar. El segundo piano imita o copia al primero.

Como efecto de la consonancia ha surgido la resonancia, que potencia la relación interpersonal.

De ahí hay sólo un paso a la sincronía de las almas.

No se pueden ignorar las leyes de la belleza

         Las leyes de la belleza son leyes objetivas, valóricas y métricas, de origen genético, filogenético y ontogenetico, inherentes o adherentes, específicas, grupales o individuales, que involucran a objetos, fenómenos, personas o ideas, generando placer estético.

         Surgidas históricamente, asociadas a la necesidad de la reproducción de la vida.

         Son de naturaleza similar a la de las leyes del pensamiento lógico, o a la de las leyes del mercado, de la oferta y la demanda.

Las leyes del mercado nacieron de la necesidad de la autoconservación. En cambio, las leyes de la belleza surgieron asociadas a la necesidad de la reproducción.

Las leyes de la belleza ordenan la sexualidad humana.

Las leyes del pensamiento lógico se formaron en el curso de la filogénesis como un todo.

No son leyes naturales. Son leyes antropológiccas.

Estos tres tipos de leyes no fueron obra de legisladores. Fueron resultado de miles de años de desenvolvimiento de la civilización. Es imposible negar su vigencia.

Son patrimonio fundamental de la especie. Son estereotipos de sentido común. Pertenecen al ámbito de la psicología socio – cultural, colectiva e individual.

         Sin las leyes del pensamiento lógico, sin las leyes del mercado y sin las leyes de la belleza, la humanidad no existiría.

La belleza interior

Otro asunto es la belleza interior, intelectual, espiritual, relacionada con

los contenidos lógicos conceptuales, que se transmiten y conocen a través del

lenguaje y el oído. En este aspecto importan las palabras y no los números.

Interesan los valores normativos, las vivencias personales y características objetivas de la psiquis del sujeto sexual, que provocarán las reacciones, emociones y el sentimiento estético, empático - subjetivo.

La empatía espiritual amplia y profunda, se vive igual como el placer que va de la consonancia a la resonancia estética interpersonal.