Charla-Coloquio de Jordi Sierra i Fabra (actividad Barcelona Negra 2012)

Con motivo de la Semana Negra de Barcelona 2012, Jordi Sierra i Fabra nos presenta a la detective literaria más joven de la actualidad: Berta Mir. Soy un ente creativo; tengo cincuenta ideas al mismo tiempo, y después trabajo con toda esa información que tengo en la cabeza. Con motivo de los eventos que la Semana Negra barcelonesa nos ha brindado, hace pocos días fui espectadora en la Biblioteca Jaume Fuster de la charla coloquio en la que Jaume Sierra i Fabra, además de otros temas, trató de acercarnos a uno de los personajes literarios cuya creación le ha hecho romper con algunas tradiciones de éste género: la joven detective Berta Mir. No me he aburrido nunca, y yo no suelo aburrir a nadie cuando me leen. Un público inquieto, en su mayoría adolescentes provenientes de un instituto catalán que parecen encantados de conversar con el escritor al que no se habrán imaginado tras leer sus obras, y que ahora tienen a escasos metros, por encima de sus cabezas, en un escenario por el que Jordi Sierra i Fabra se mueve con soltura, y que parece tan divertido y pasárselo tan bien como los asistentes que desde abajo observan a este joven de sesenta y cuatro años, en alguna ocasión con semblante incrédulo, como cuando afirma convencido que él cuando está tumbado en una hamaca en una isla del caribe está trabajando en su próximo guión. Lo cierto es que la mayor parte de los asistentes al coloquio se contagian del mismo ritmo, fervor y entusiasmo que Jordi Sierra i Fabra transmite en la hora y pico que dura la charla. El tiempo, siempre presente en esta charla, ya que como él mismo nos recuerda la vida es un gran ruido entre dos silencios. En la vida, para no hacer nada, hay mil excusas; para hacer algo, solo una: tener ganas. Es patente la transformación que ha sufrido el personaje principal de la novela negra en los últimos tiempos, ya se mimetice como policía, investigador, detective o inspector de hacienda, así como no resulta fácil crear nuevos caracteres que mantengan la atención, ya no por la trama de la obra, sino principalmente por construir un personaje que le resulte atrayente a u público cada vez más exigente, y que mantenga además una entidad propia e intransferible que lo haga además goloso también para las editoriales. El protagonista de novela negra ya no utiliza aquella gabardina que no le quitaba más frio que el alcohol al que acostumbraba beber sin marcarse un límite, y en vez de una incómoda lupa teclea en un moderno sistema informático que le devuelve la información de algunas huellas en pocos minutos. Con Berta Mir se ha alejado de los tópicos. En otra ocasión escuché cómo el autor confirmaba su actitud nada gregaria ante las modas literarias. En lo que a novela negra se refiere, Berta Mir rompe esquemas, como él mismo nos explica, quería que mi personaje fuera mujer, para experimentar el mundo femenino, a sabiendas de que las mujeres de sus obras conllevan esa fuerza y carácter especial, y quería además que tuviera una edad que no es habitual encontrar en las novelas policiacas o detectivescas, dieciocho años –para que fuera mayor de edad y no incurrir en duelos morales o éticas ajenas-. La serie comenzó siendo un encargo editorial para escribir algo policiaco. Hoy lleva tres volúmenes publicados, y acaba de preparar el guión de la cuarta entrega. Tardé una semana en escribir el nuevo guión, en una isla de Medellín; después la escribo en doce o en quince días: Escribir es fácil; lo difícil es construir el guión. No le cuesta reconocer en público todas las trabas que tuvo de niño para hacerse oir, más tarde leer, cuando supo que lo suyo no era un mero entretenimiento para no aburrirse en aquella habitación de hospital, cuando tan solo le quedaba libre la mano derecha, insuficiente para pasar las hojas de los libros que devoraba –uno corto al día, tres si eran más largos-. Sin leer me aburría, y además descubrí que leyendo no tartamudeaba. Hoy anima a estos chicos, más jóvenes en edad aún que Berta Mir, su personaje de ficción, a que lean, y utilicen su rabia adolescente de manera positiva para perseguir sus sueños. Si creéis en algo, ¡hacedlo! casi les ordena, y los jóvenes se sienten importantes cuando termina el coloquio y hablan de tú a tú con un adulto que sabe escucharles. Foto familiar y para más de uno una experiencia que cambiará, como mínimo, el rumbo de esta semana, y quien sabe si alguno no se acercará algún día hasta la Fundación Jordi Sierra i Fabra, que él cuida con cariño, y desde la cual fomenta su pasión por el mundo literario y tiende una mano hacia jóvenes escritores que desean abrirse camino en este nada fácil torbellino creativo.

Por Saray Schaetzler

 


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