ERNESTO SABATO, SOBRE HÉROES Y TUMBAS: LAS REFLEXIONES DE UN INCORFOSMISTA.

Ahora que Sabato forma parte de la nómina de los héroes de su novela, que es lo mismo que decir de los héroes de su nación Argentina, acercarse a esta novela total que abarca todo su pesimista y complicado universo (tanto artístico como intelectual), es también, aparte de rendirle un homenaje a uno de los grandes escritores del siglo XX, afrontar una aventura nada fácil, pues su lectura en unas ocasiones se vuelve dura y complicada, y hasta árida, pero ese primer plano tan complicado de batir, a veces se vuelve sublime y nos toca lo más profundo del alma humana, y lo hace con una aparente sencillez que nos deja mudos: "Martín se sentó en el borde de la cama y la contempló: a la luz de la luna podía escrutar su rostro agitado por la otra tempestad, la de ella, la que él nunca (pero nunca) conocería. Como si en medio de excrementos y barro, entre tinieblas, hubiese una rosa blanca y delicada ." Esa luz entre las tinieblas, es la que Sabato intenta encontrar una y otra vez en las diferentes historias que componen Sobre Héroes y Tumbas, sin que podamos decir que la mayoría de las veces logre encontrarla como dice Bruno (uno de los personajes de la obra): "la vida la hacemos en borrador. Un escritor puede hacer algo imperfecto o tirarlo a la basura. La vida no: es lo que se ha vivido y no hay forma de arreglarlo, ni de limpiarlo, ni de tirarlo", por no mencionar al personaje femenino central de la novela, Alejandra, que en su atormentado y confuso mundo nos deja sentencias tan duras como la siguiente: "me gusta la gente fracasada... el triunfo tiene algo de vulgar y de horrible" en una antítesis de la sociedad postindustrial donde lo que importa es el triunfo y la belleza sin que aparentemente importe cómo hacerlo.

Pero Sobre Héroes y Tumbas en su faceta de novela total también es una novela de formación, al estilo de la famosa Retrato del Artista Adolescente de Joyce, porque en ella su protagonista Martin del Castillo vaga y deambula por las calles y haciendas abandonadas de Buenos Aires en busca de sí mismo y de la esencia de la vida, que él creerá hallar en Alejandra, pero de la que también formarán parte Bruno, su confesor, y ese elenco de personajes que deambulan a su alrededor como D'Arcangelo, logrando una cacofonía lingüística e histórica de una parte del pueblo argentino que sale retratado de una forma certera y cercana, con ese devenir triste y melancólico que intrínsecamente poseen los habitantes porteños.

Más allá de los personajes de la novela, la complejidad de la narración viene en la manera que Sabato nos impone a la hora de narrarla, pues en ella aparecen la primera y la tercera persona, y una segunda persona difuminada en las confesiones que no sabemos a quién hace Bruno. Y si esto fuera poco, Sabato nos invita a transitar por su obra con un estilo poético que nos atrapa el corazón, pero también con un rasguño surrealista (sobre todo en El Informe sobre Ciegos) con el que nos lleva de la mano hasta las más profundas catacumbas humanas, donde somos víctimas de su estilo cargado de contundentes y arrasadoras metáforas.

Con todo, los héroes de Sobre Héroes y Tumbas no son sólo los personajes que se desenvuelven en el presente en la novela, sino que con un estilo muy cercano al realismo mágico, Sabato da una vuelta de tuerca a su introspección de la nación argentina para presentarnos a través de flashback en letra cursiva la historia del General Lavalle, que le servirá para narrarnos el origen de su nación y el viaje hacia un destierro que ya no tiene sentido, y en el que Sabato de nuevo nos invitará a la reflexión con el paso del tiempo que va unido a las naciones y su formación y posterior desarrollo como protagonista, pues a través del joven Celedonio Olmos nos llevará hasta Fernando, Georgina y Alejandra, en una sucesión generacional cuya intrahistoria, le servirá de excusa a Sabato para retratarnos los ángeles y demonios que acompañan a la nación Argentina a través del tiempo.

 

A pesar de que Sobre Héroes y Tumbas sea quizá la novela argentina más importante del siglo XX, como nos decía Mario Muchnik en el suplemento El Cultural de el diario El Mundo del pasado 24 de junio, fecha en la que Sabato hubiese cumplido cien años: "para la literatura argentina del siglo XX, Sabato fue el revulsivo más potente, aunque no hizo escuela. Como decía Einstein, era caballo de tiro solo", lo que una vez más nos ponde de manifiesto la soledad por la que transita el ser humano a lo largo de su existencia, ya sea ésta anodina o cargada de trascendentalismo. Pero de lo que sí puede estar seguro Ernesto Sabato por mucho tiempo que pase, es que su huella en la historia de la humanidad nunca se borrará, porque siempre quedará el rastro de sus miedos y contradicciones, que fielmente plasmados, acompañan a su obra literaria, ensayística y académica, y que incluso tiñen los lienzos de su obra pictórica cuando le abandonó la vista, y todos ellos, lo harán como seña de identidad de las reflexiones de un inconformista.

Reseña de Ángel Silvelo Gabriel


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