2010 - Año Hernandiano  – Año del Bicentenario de Argentina- Año del Bicentenario de Victoria, Entre Ríos

Ternura y pasión: mujeres en la vida de Miguel Hernández

 

•     Mujeres en la vida del poeta: su paso y su presencia.

 

Sin duda, hablar de la significación de la mujer y lo femenino en la vida de un poeta puede resultar casi obvio, un tema de la cotidianeidad. Sin embargo, resultaría, al mismo tiempo y  desde mi perspectiva, vitalmente asociado a la creación literaria en el caso del poeta Miguel Hernández, el poeta que escribe y dice /Querer, querer, querer,/ ésa fue mi corona./ Ésa es./ Me referiré a algunos datos e interpretaciones  focalizados  en tres mujeres: la esposa, Josefina Manresa Marhuenda (de Quesada, Jaén); una de las  amigas de Miguel, tal vez su  amante, quien lo iniciaría en cuerpo y alma  en la pasión amorosa,  la artista plástica Maruja Mallo (Ana María Manuela Josefa Gómez y Gonzáles, de Vivero, Lugo) y otra  amiga y poeta muy querida, amor casi solamente epistolar, quizá platónico, María Cegarra Salcedo (de La Unión, Murcia).

Además de estas tres mujeres en quienes centro la posibilidad de juegos y escritura de ternura y pasión, es preciso mencionar la significación de la madre del poeta, Concepción Gilabert Giner, “Concheta” para Miguel, (nativa de Orihuela). Solía referirse a él como  “cabezonico ”. Sus hermanas Elvira y Encarnación, por quienes Miguel mantenía un cariño entrañable y a las que llama “gitanas oscuras y queridas ”. Sus primeros amores (antes que su novia “oficial” Josefina Manresa),  la jovencita Ángeles Medina y la joven Carmen Samper, apodada “La calabacita”, compañera de trabajo de Josefina, costureras del Taller Las Civileras, ambas de Orihuela.

También pasaron por la cortísima vida del poeta otras mujeres, quienes desde perspectivas artísticas y  de vida distintas enriquecieron con su amistad y conocimientos la formación del poeta, a la vez que ayudaron a  la difusión de su obra:  Carmen Conde Abellán, (Cartagena, España), primera mujer en acceder a la Real Academia Española; María Zambrano Alarcón, (Vélez Málaga)  filósofa; Delia del Carril Iraeta, (Bs.As.) pintora y grabadora, comunista, segunda esposa de Pablo Neruda; Concha Méndez Cuesta (Madrid), poeta, gimnasta, esposa del poeta Manuel Altolaguirre; Elena Garro (México), periodista, dramaturga, poeta, primera esposa de Octavio Paz; María Teresa León (Logroño), novelista, esposa de Rafael Alberti, y co directora de la Revista Octubre.

Todas las mujeres mencionadas, con excepción de las dos noviecitas de sus primeros años, de Elena Garro y Josefina Manresa, fueron mayores que Miguel Hernández, en algunos casos, como Maruja Mallo o María Cegarra, lo superaban en 8 ó 10 años.

Las mujeres que conoció y frecuentó fuera del círculo inicial de Orihuela,  habrían tenido muy poco  que ver con el modelo ideal de mujer de la época, la mujer ángel. Ellas participaban activamente en “las prácticas sociales y artísticas de la modernidad, el modelo incipiente de la “Nueva mujer”, abriéndose camino  entre la intelectualidad masculina de los años 30”.

 

Ya en la etapa de prisión, hacia 1940,  merece recordarse otra mujer, a la que Miguel llamaba “madrina” en las cartas, Pilar Isern,  la madre de Luis Rodríguez Isern, compañero de prisión del poeta. Pilar fue valiosa ayuda, inclusive económica, de Miguel y su pequeña familia.

 

•     El rayo que no cesa. El amor que no cesa .

 

En esta apretada exploración temática, el poemario seleccionado para la relación poesía-vida fue El rayo que no cesa (1935-1936). Si bien el libro  no marcaría según opiniones académicas y críticas  la cúspide de  la creación del poeta,  sería sí una bisagra, una obra de crisis,  que se ha ido insinuando  desde  el comienzo con Perito en lunas y El silbo vulnerado,   y que se acrecienta,  al menos en la temática amorosa, en Imagen de tu huella. Vendrán luego los poemarios Viento del pueblo y  El hombre acecha,  para  llegar a Cancionero y romancero de ausencias, obra póstuma, tal vez inconclusa.

Es preciso recordar  que Miguel Hernández abordó también el texto dramático y el ensayo como formas de escritura, producciones que han sido menos conocidas que su poesía.

 

Comparto con el investigador Ramón Fernández Palmeral que El rayo que no cesa “es quizás uno de los poemarios más pasionales de la literatura española, cuya simbología secreta es harto difícil de desvelar,(…), no nos revela el nombre de la amada ni a quién van dirigidas las quejas de sus desengaños amorosos. Quizás porque detrás no hay una sola mujer sino varias relaciones sentimentales. Aunque detrás de estas mujeres haya un único amor verdadero: la poesía.”   Remarco especialmente los dos enunciados finales del párrafo de Fernández Palmeral, con cuyo contenido coincido plenamente.

En consonancia, el crítico y poeta republicano Leopoldo de Luis en el Prólogo a Poesía amorosa de Miguel Hernández, expresa “La poesía es siempre un acto de amor. Si la persona amante “bebe los vientos” por el ser querido, la poesía es una manera de “beber los vientos” por todo: los seres, las cosas, la vida” (…) “La poesía une al poeta con el universo; las cosas, grandes o pequeñas, quedan asumidas en la voz del poeta que se identifica con todo  lo que hace objeto de su canto”. Este  pensamiento podría sintetizarse en el poema sobre las  tres heridas que manifiesta el Poeta del Amor en uno de sus últimos poemarios:

/Llegó con tres heridas:/

la del amor,/

la de la muerte,/

la de la   vida/

 

Con tres heridas viene:

/la de la vida,/ la del amor,

/ la de la muerte./

 

con tres heridas yo:/

la de la vida,

la de la muerte

,/la del amor .

 

El rayo que no cesa  tiene una dedicatoria sin identificación, ambigua, aunque  tal vez con guiños para quien conociera el contexto. Allí se ha creído encontrar la alusión del poeta a Maruja Mallo:

A ti sola,  en cumplimiento de una promesa que habrás olvidado como si fuera tuya.

José Luis Ferris  sostiene que solo tres sonetos del Poemario llevarían la impronta del amor vivido con Josefina Manresa, su novia de Orihuela, con la que Miguel,  ya en Madrid,  había dejado de escribirse en julio de 1935. El investigador Palmeral señala que “Josefina era una mujer sencilla de pocos estudios, trabajadora y educada en la austeridad propia de la familia de un guardia civil de segunda clase. Esta relación de noviazgo como cualquier otra, tuvo sus altos y bajos.     Tuvieron un distanciamiento en julio de 1935 que acaba en ruptura. El 20 de junio, Miguel en una carta a Josefina le dice que es una mujer que no entiende sus ansias de mundo y que se aferra a una hipócrita moral provinciana”.

El cambio se estaba produciendo en el poeta y en el hombre. Miguel Hernández acusa el dinamismo no sin agon.  Los sonetos que aludirían a Josefina serían los que comienzan con los versos:

Me tiraste un limón, y tan amargo;

Te me mueres de casta y de sencilla;

y

Una querencia tengo por tu acento.

El citado Ferris llama la atención  en este último soneto sobre el verso que contiene un juego de palabras, en alusión vital a Maruja Mallo, quien ya comenzaba a inquietarlo, aunque la apelación está dirigida a su todavía novia de Orihuela, Josefina Manresa:

/¡Ay querencia dolencia y apetencia!

¡Tus sustanciales besos, mi sustento,/

me faltan y me muero sobre mayo/.

Cabe sin embargo acotar que la imagen de mayo en el Hemisferio Norte tiene tradición literaria: recordemos que es tiempo de primavera.

La búsqueda de reconciliación con Josefina llega desde Miguel Hernández el 4 febrero de 1936. Miguel y Josefina se casan el 9 de marzo de 1937 en ceremonia civil y recién el 4 de marzo de 1942 se celebra el  matrimonio por iglesia, cuando ya Miguel  se encontraba agonizando en la cárcel de Alicante. Una  neumonía avanzadísima contraída en otras cárceles lo llevaría a la muerte al no recibir el tratamiento adecuado. El sistema franquista lo dejó morir por su rebeldía. Miguel no accedía a la rectificación de sus ideas, lo que incluía el casamiento por Iglesia. Si accedió a último momento fue quizá en el deseo de salvar su obra de la devastación, la que quedaría, de casarse por Iglesia, en manos de su mujer.

 

A su vez, los sonetos  que tendrían la marca de Maruja Mallo, la artista plástica que el poeta conociera en casa de Pablo Neruda, serían aproximadamente diez y ocho, y en ellos campean  metáforas de erotismo y desengaño, por ej.

la  del  toro, en tanto fuerza potente, pero a la vez factible de humillar y vencer / Como el toro te sigo y te persigo/  y dejas mi deseo en una espada, / como el toro burlado, como el toro/  ;

 

del perro, metáfora que se identifica con la pena,  / Sobre la pena duermo solo y uno, / pena es mi paz y pena mi batalla,  /perro que ni me deja ni se calla, / siempre a su dueño fiel, pero importuno/ (soneto 6);

 

del barro, /Me llamo barro, aunque Miguel me llame /(poema 15);

 

del poeta bajo el pie de la amada

/Coloco relicarios de mi especie/

/ a tu talón mordiente, a tu pisada/

/ y siempre a tu pisada me adelanto/

/ para que tu impasible pie/

desprecie todo el amor que hacia tu pie levanto/;  (poema 15)

 

En cuanto a María Cegarra, la joven poeta y licenciada en física que habría despertado expectativas de afinidad de pareja en Miguel, cuando la tormenta y el torbellino de Maruja Mallo se estaba trabajosamente aquietando en el poeta,  es posible que los poemas dedicados fuesen unos 8, signados en general por imágenes de tono mineral,  de isla, de aislamiento /Fatiga tanto andar sobre la arena/ / descorazonadora de un desierto, /tanto vivir en la ciudad de un puerto/ /si el corazón de barcos no se llena/ (Soneto 24);

 

/Por piedra dura, indiferente, callas/:

callar de piedra, que otras y otras rosas/ me pones y me pones en las manos/. (Soneto 25).

María Cegarra no respondió a las últimas cartas de Miguel, quien requería su respuesta con sutiles y no tanto, pedidos para que ella fuera a Madrid  o para que le dijera dónde quería residir, que él la alcanzaría. Así esta etapa se cerró también para el poeta con la dureza exasperante del silencio.

 

Vale destacar que  en El rayo que no cesa se halla también un poema con base en la amistad, una de las formas que suele asumir el amor:  Elegía a Ramón Sijé:

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como el rayo, Ramón Sijé, a quien tanto quería).

(…)Tu corazón, ya terciopelo ajado,

llama a un campo de almendras espumosas

mi avariciosa voz de enamorado.

 

A las aladas almas de las rosas

del almendro de nata te requiero,

que tenemos que hablar de muchas cosas,

compañero del alma, compañero.

 

La muerte de Sijé resulta un doble dolor porque el amigo de su juventud  ha muerto cuando estaban distanciados por motivos ideológicos. Es  significativa la inclusión de este poema hacia el final del libro. En él se registra el único nombre propio del poemario.

El alma del poeta, espontánea y llana,  más allá de las diferencias con Ramón Sijé, transmuta en poesía la cotidianeidad y el desgarro de la muerte. La metáfora seleccionada otra vez es el rayo.

 

La poesía y  los tres nombres de la vida: vida, muerte, amor .

 

Las mujeres, los seres humanos y de la naturaleza toda que pasaron por la vida de Miguel Hernández contribuyeron a dar a luz  y dar luz a las palabras de sus poemas, cartas y obras dramáticas, más allá de las y los posibles inspiradores históricos.

 

Las mujeres a las que alude El rayo que no cesa muestran las  múltiples y variadas caras de mujer: mujer ángel, mujer demonio, María y Eva, mujer esquiva, mujer que tiene miedos, surgiendo de  los tradicionales papeles y de los atribuidos en ese momento  a la Nueva Mujer: madre, esposa, hermana, madrina, amiga, amante, compañera de ruta y de ideas (como Rosario o La Pasionaria), militante, artista, intelectual.

El hombre-niño-poeta que trasunta en arte, hace poesía, con voz y lenguaje propios,  muestra sus sentimientos,  miedos,  reflexiones, pesadillas,  dolor ante las pérdidas, es el ser humano de todos los tiempos y lugares, más allá de las influencias literarias de Góngora, Garcilaso, Quevedo, Neruda,  González Tuñón, Vicente Aleixandre y  del surrealismo y sus lenguajes artísticos, entre otras. Miguel Hernández produce arte desde el amor en lo personal y lo social, literatura en fin  que dice de  los siempre candentes interrogantes del ser humano, porque, retomando a Leopoldo de Luis  “La actitud poética es, radicalmente, de talante enamorado” .

Ciudad de Neuquén,  2010.

Lilí Muñoz

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Miembro equipo Editorial Fundación Tribu Salvaje-Neuquén Patagonia Argentina

 

Bibliografía.

de Luis, Leopoldo, (Introducción, selección y notas),  Miguel Hernández. Poemas sociales, de guerra y de muerte, Alianza Editorial, Madrid, 1979.

de Luis, Leopoldo,  Prólogo a Poesía amorosa de Miguel Hernández, Poemas de amor (Antología), Alianza Editorial, Madrid, en transcripción electrónica, s/m. fecha. Escaneado y enviado como colaboración por el poeta Carlos Fernández Muriel, de Alicante, correo electrónico del 10-8-2010.

Fernández Palmeral, Ramón,   Vida amorosa de Miguel Hernández,  en Revista PERITO (Literario-Artístico) http://www.revistaperito.com/ramonfernandez/vidamorosadeMH.htm, consulta 20-8-2010.

Fernández Palmeral, Ramón, Sobre Luis Rodríguez, en correo-e remitido el 20-8-2010, en respuesta a mi consulta.

Ferris, José Luis, (edición), Miguel Hernández. Breve Antología Poética. Fundación Cultural Miguel Hernández, Alicante, España, 2000.

Hernández, Miguel, El rayo que no cesa. Viento del pueblo. El silbo vulnerado. Losada, Bs.As. 1963.

------------------------ Cancionero y romancero de ausencias. El hombre acecha.Últimos poemas. Losada,Bs.As. 1975.

-------------------------Epistolario, Prólogo de Josefina Manresa, Alianza Editorial, Madrid, 1986.

Leonís, Manuel-Roberto, Las Mujeres en la vida del Poeta Universal Miguel Hernández, en http://www.articuloz.com/literatura-articulos/las-mujeres-en-la-vida-del-poeta-universal-miguel-hernandez-959309.html, cons. julio 2010.

Navarro Torregrosa, Dámaris, El discurso de género en la obra poética de Miguel Hernández. Una relectura desde el feminismo, en   Letras de Deusto, Número 126 (Vol.40), enero-marzo 2010, Bilbao, Universidad de Deusto.

Ferris, José Luis, La llamada plural en El rayo que no cesa, en Sánchez Balaguer, Juan José y Esteve Ramírez, Francisco, (editores), Presente y futuro de Miguel Hernández. Actas del II Congreso Internacional Miguel Hernández. Orihuela-Madrid, 26-30 de octubre de 2003, Fundación Cultural Miguel Hernández, Orihuela, 2004


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