FERNANDO PESSOA, EL LIBRO DEL DESASOSIEGO: EL ENIGMA ENCRIPTADO BAJO UN MAPA DE MANCHAS

Llegar al alma de Pessoa es complicado, porque su universo es un conjunto de sombras y fantasmas que no dejan huellas en el camino. Hay que adivinarle más allá de la línea de lo obvio, entre las luces y las sombras de las paradojas, en la reinterpretación de los ismos que inventó y con los que situó a Portugal en el mapa europeo de la cultura. Pessoa, a día de hoy, es el reclamo cultural —véase la exposición que le dedica el Museo de Arte Reina Sofía de Madrid, bajo el título de: Pessoa, Todo arte es una forma de literatura— y turístico de un país que siempre está al final del camino, pues tras su tierra hay un gran océano que lo limita y aísla. Portugal es la naturaleza de la saudade y Pessoa su intérprete. Oculto entre sus más de veinticinco mil documentos, escritos, hojas arrancadas a los periódicos o libretas desgastadas por el tiempo y el uso, El libro del desasosiego es como una Oda de Ricardo Reis, Álvaro de Campos o Alberto Caeiro en la voz de Bernardo Soares, y la epopeya más personal, íntima e intelectual del ventrílocuo de todos ellos: Fernando António Nogueira Pessoa. En este compendio de pensamientos, ocurrencias, paradojas, poemas y falso diario, nos vamos tropezando con la sensibilidad extrema de aquel que nació adelantado a su tiempo y se sintió extraño en su entorno y dentro de sí mismo. De ahí que necesitara encontrar e inventar otros mundos, otras naturalezas y otras personas que le sacaran de la eterna saudade portuguesa. Rebelde sin causa, salvo la de dedicar su vida por entero a la literatura, navegó sabiendo que sólo eso era preciso, igual que un argonauta en busca de su particular vellocino de oro. Un tesoro que, en su caso, se encuentra escondido tras el enigma encriptado bajo un mapa de manchas, tal y como Ángel Crespo, traductor y organizador del texto de esta versión del año 1984 que editó Seix Barral en dicho año, lo define. El gran mérito de Crespo es darle esa forma de mancha a los textos de Pessoa por encima de su ordenación cronológica, porque de esa manera nos proporciona una visión más completa del pensamiento del rey de los heterónimos, un inventor de palabras, imágenes y sensaciones al alcance de muy pocos escritores. Pessoa no busca el camino más sencillo, pero aquel que le siga y llegue a rebasar esa línea de dificultad que le propone el poeta portugués disfrutará, sin duda, de una visión majestuosa de la esencia de la vida. Pessoa en este falso diario utiliza en muchas ocasiones palabras tales como: alma, esencia, vida, sombra, fantasma, existencial…, lo que nos da una pista de por dónde iban sus pensamientos acerca de la existencia humana. Recluido en la soledad nocturna de las habitaciones alquiladas a las que siempre llevaba su escaso mobiliario, fue inventando heterónimos, adivinando su futuro y el de su país con sus conocidas cartas astrales, o simplemente escribiendo poemas con su voz o con la voz de otros. Siempre escribía de pie con lápices de colores rojo y azul a su lado, un cenicero lleno de colillas y cuartillas y libretas que iba manchando de letras con su pluma. En ese teatro de voces fue llenando de pensamientos su famoso arcón, dándole forma a una de las voces más originales del panorama literario de todos los tiempos. Una forma que no conocía otro molde más que el de su propia conciencia acerca de la vida; un día a día que él quiso acotar en Lisboa cerca del Tajo, La Baixa, El Chiado, El Barrio Alto, Alfama o El Castillo de San Jorge, poco más de un kilómetro cuadrado al que revistió de una magia muy difícil de superar, ya que convirtió a la ciudad de Lisboa en un personaje más de su obra literaria. Sus calles, sus gentes, sus cafés, todos los inmuebles en los que vivió, las aceras por las que andaba sin llegar a pisar los charcos, levitando..., forman una parte inseparable de su leyenda. El Libro del desasosiego es una de esas rarezas literarias que, el paso del tiempo, convierte en obras maestras por el peso literario que contienen en sí mismas, aunque sean muy difíciles de abordar de una sola vez como en este caso, y su lectura se disperse en el tiempo. Este mapa de manchas va tiñendo los días y las hojas en blanco de un aura que no hace falta terminar de una sola vez, porque en él se concentra el trabajo de toda una vida. Una vida contradictoria e imprescindible a la vez, con la que gracias a Pessoa podemos reinterpretar de una forma diferente y única. Pessoa nos ayuda a divisar la línea del horizonte y pensar que otra vida es posible.

Ángel Silvelo Gabriel.


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