Una nueva antología poética de la poesía de Claudio Rodríguez

Claudio Rodríguez, Antología poética, Alianza editorial, prólogo y selección de Philip W. Silver, Madrid, 2017

Fernando Yubero Ferrero

 

En el ámbito del hispanismo actual, Philip W. Silver, (catedrático de literatura española de la Universidad de Columbia y hoy profesor emérito), es hoy una de sus figuras más destacadas, con estudios tan importantes como los dedicados a Luis Cernuda, al que eligió como tema de su tesis doctoral, fruto de la cual fue su libro Luis Cernuda et in Arcadia ego, y el posterior: Luis Cernuda, el poeta en su leyenda, de 1972. Ha preparado asimismo los prólogos de varias antologías de poetas del la Generación del 27 como Jorge Guillén, Pedro Salinas, Dámaso Alonso o el propio Luis Cernuda. Su libro La casa de Anteo. Estudios de poética hispánica (De Antonio Machado a Claudio Rodríguez) publicado en 1985, llenó uno de los vacíos más importantes en el análisis crítico de las letras hispanas contemporáneas;fue un libro novedoso por adoptar una perspectiva poético-filosófica para el estudio de la poesía española. Esta ha sido siempre una de sus principales preocupaciones críticas. De aquí, por otra parte, su interés por la figura de Ortega y Gasset, fruto de lo cual fue uno de sus primeros ensayos, Ortega como fenomenólogo: la génesis de Meditaciones del Quijote. Su dedicación al Romanticismo dio como resultado en 1997 un libro de sugerente título como Ruina y restitución: una reinterpretación del Romanticismo en España. Pero, sobretodo Philip W. Silver es uno de nuestros mayores especialistas en la poesía de Claudio Rodríguez, a cuyo estudio ha dedicado gran parte de su vida. Fue pionera en este sentido su Antología poética de Claudio Rodríguez, publicada por Alianza editorial en 1981. Por aquellos años era ya la única edición disponible en la que podíamos leer al poeta, pues la de Carlos Bousoño, publicada diez años antes, era prácticamente inencontrable. Su dedicación al poeta no ha cesado desde entonces. Baste señalar aquí sus ensayos Claudio Rodríguez o la mirada sin dueño, ampliación del prólogo de la antología de 1981 a la que nos venimos refiriendo y que se publicó como cierre de La casa de Anteo; Poesía última de Claudio Rodríguez: Casi una leyenda, en la Revista Hispánica Moderna de Nueva York, o su edición de Rumoroso cauce. Nuevas lecturas de Claudio Rodríguez, de 2010, donde el profesor Silver nos propuso a una serie de estudiosos de la obra del poeta elegir un poema de nuestra predilección y comentarlo en profundidad. La Antología poética que Philip Silver ha publicado ahora es algo más que una simple “segunda edición” como, con toda humildad, afirma su autor en el prólogo. Creo que, hoy por hoy, el muy preciso y completo estudio preliminar del profesor Silver es ya una pieza crítica sobre la poesía de Claudio imprescindible, por la precisión y finura del análisis, que evidencia un profundo conocimiento de esta obra poética, por su capacidad de sugerencia abriendo nuevas perspectivas críticas y, en definitiva, por la naturalidad estilística con que se logra expresar contenidos, ciertamente, complejos. Ha dicho Philip W. Silver en alguna entrevista a raíz de su publicación que el prólogo “es una síntesis de todos mis conocimientos sobre Claudio Rodríguez” . Yo no sé si de todos, todos, porque Philip W. Silver sabe mucho sobre esta poesía, pero en lo que sí estoy de acuerdo es en lo acertado del concepto utilizado de “síntesis”, que en su sentido etimológico significa, como todos sabemos, componer, armar algo uniendo sus diferentes piezas. Y uno que ha seguido su pensamiento crítico desde que se publicó precisamente aquella primera antología, sí observa que en este ensayo desembocan algunas de las ideas e intuiciones que el crítico ha ido a lo largo de los años sembrando, podríamos decir, en sus escritos sobre el poeta: desde aquella filiación rimbaudiana de las imágenes visionarias, apenas inteligibles, entonces y ahora, de Don de la ebriedad, a la indagación de la esencialidad de este “decir poético” como “memento mori”, lo que no contradice su intento, por otro lado, de “salvación de la materia”, de la realidad, hasta esa nueva clave-llave para la interpretación de ciertos poemas y que Silver denomina poema-parábola. La nueva antología aporta, por otro lado, algunas novedades como la inclusión de fragmentos inéditos del epistolario entre poeta y crítico, la selección de 34 poemas que, según le indicó el poeta debían figurar en cualquier antología que se hiciera de su obra o el texto completo de Don de la ebriedad, considerado así un único poema dividido arbitrariamente en fragmentos. El ensayo-prólogo va dedicado a otro de los grandes conocedores de esta poesía: Ángel L. Prieto de Paula, autor de un estudio fundamental La llama y la ceniza que sentó las bases interpretativas de la obra de Rodríguez en los años ochenta, y está estructurado en tres secciones: Vida y recuerdos, Estética y poética y De libro en libro. Comienza Silver vinculando la poesía de Claudio Rodríguez a la tradición postromántica de los grandes poetas españoles del XX: Juan Ramón, Machado, César Vallejo, etc. en los que sí se observan “trazas”, así las denomina Silver, del alto romanticismo europeo: la tendencia a la “unio” o fusión con la naturaleza, la concepción de la poesía como revelación o “el uso selectivo de la propia biografía para hilvanar la trayectoria de su creación poética”. En relación con esto último he de decir que es admirable cómo el antólogo ha sabido vincular experiencia biográfica y recreación poética, o establecer relaciones entre influencia literaria y poética del autor. Esto, claro está, sólo con un profundo conocimiento de la vida y la obra del poeta. Philip W. Silver, ya se ha dicho, fue amigo personal de Claudio desde los años 70 y desde entonces ha estado muy vinculado a su vida y obra. Un auténtico ejemplo de “crítica convivida”, como lo llamaría el profesor García Berrio. La segunda sección: “Estética y poética”, es una síntesis muy clarificadora de la compleja poética del autor a través de sus conceptos claves: participación, conocimiento, contemplación; todos ellos, en opinión del profesor Silver encuentran su fundamento en el concepto de materia. Y en este sentido es inevitable mencionar unas declaraciones de Claudio Rodríguez que resumen a la perfección su idea de la poesía: “lo que busca el poeta es el conocimiento de la vida íntima de las cosas a través de la contemplación de la materia” Con el apoyo del prólogo de Claudio Rodríguez a Desde mis poemas y la entrevista con Federico Campbell, de 1971, el profesor Silver va “armando” una síntesis precisa y sin fisuras de su poética. De especial relevancia nos parecen también las consideraciones del crítico sobre un procedimiento retórico muy peculiar de su poesía y superador del confuso “alegoría disémica” de Bousoño y es el de poema-parábola, término que nos propone el antólogo para fusionar los dos planos que revelan muchos poemas de Claudio, el real y el trascendente, en un único sentido. En la tercera sección, “De libro en libro”, a través de un pormenorizado análisis obra a obra, se van señalando algunas de sus claves interpretativas. Un total acierto nos parece que el hispanista apoye sus consideraciones teóricas e interpretativas con fragmentos de la correspondencia mantenida con el poeta a lo largo de los años sobre aspectos concretos (temas, motivos, imágenes...) de algunos poemas, o sobre el proceso creador. Según Silver será Alianza y condena, el libro que proporcione más claves de toda su obra y señala algunos ejemplos de las que denomina “parábolas gnoseológicas”, nuevo término con el que habrá que contar a partir de ahora. De El vuelo de la celebración, libro que nos ha parecido siempre el de más acendrado lirismo del autor, señala su estructura más heterogénea y resalta su tono meditativo y la “pasmosa naturalidad” con que se han ido ordenando las composiciones, unos poemas donde inocencia, ternura, dolor , serenidad crean una atmósfera irrepetible. Las consideraciones en torno a Casi una leyenda, su quinto y último libro se centran en torno al comentario de poemas concretos como El robo, una de las cimas creativas de la poesía del autor. Muy interesante es la interpretación relativa a la última sección del libro “Nunca vi muerte tan muerta”, en donde observa con perspicacia el crítico la desaparición del tono interrogativo, tan característico de Rodríguez, porque “de cara a la muerte sólo puede haber una contestación poética” Unas notas sobre Aventura, su libro inacabado, cierra el ensayo. Es un borrador de once poemas en el que, según Philip W. Silver, el autor proyectaba nuevos temas, como el de la vejez. Y todo como decía al principio, con un estilo en el que predomina la naturalidad y claridad expositiva. Naturalidad que viene, claro está, de la asimilación paciente y demorada de quien ha meditado mucho sobre esta poesía. Y si la poesía de Claudio Rodríguez, no cabe duda, es compleja y sobretodo misteriosa, ahora para nosotros, y después de haber leído este esclarecedor ensayo, todo nos parece más claro.

 

 

 


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