SIMÓN EL NÁUFRAGO

A lo mejor te han contado muchas historias sobre Simón Narciso Jesús Rodríguez, debes imaginártelo como un carcamal caprichoso, de gafas y cabellos enmarañados. Pero él una vez fue un niño como todos los de la patria del otro Simón. Simón Narciso, abre los ojos al mundo un 28 de octubre en una Caracas fría y llena de niebla, donde cada amanecer se confundían los pregoneros vendiendo pan y leche a domicilio, con los rebaños de ovejas y vacas. El Universo se conmovió ya que la luz del entendimiento y la razón, se habían depositado en el recién nacido. Simoncito como cariñosamente lo llamaba su protector Alejandro Carreño, soñaba despierto mientras se bañaba en las cristalinas aguas del rio Guaire con su hermano Cayetano; aunque te parezca extraño en ese rio hasta se pescaba.Él visionaba un Continente donde el orden social estuviese cimentado bajo las ideas de Libertad, Justicia y felicidad; para brindarle a los pueblos la manera de encontrarse como humanos y no como tiranos. Simón al pasar los años, va dándole vuelta a sus sueños de niño para hacerlos realidad, con la finalidad de crear una visión distinta de sociedad, para ello menciona la educación como el arma necesaria en la creación de los pilares teóricos y prácticos de un proceso de enseñanza y aprendizaje popular, donde todos participen para todos, y de esta manera lograran que todos alcance el todo, permitiendo esto producir luces y virtudes sociales. Simón Narciso Jesús, curte su personalidad enfrentado a los prejuicios raciales de su época, contraponiéndose a los dogmas religiosos que imponía la iglesia católica a la educación popular.Él siempre expresaba, para tener República hay que comenzar por hacernos republicanos, para formar un pueblo, para crear una mentalidad y formar ciudadanos de un país en crecimiento debemos utilizar la educación popular como herramienta para ese logro. La sociedad que enfrento simón narciso rodríguez, controlaba todo el aparataje burocrático lo que permitía que sus ideas y consideraciones no fueran tomadas en cuenta, era tildado de loco por unos, maestro por pocos; pero en fin era eso un apasionado por pensar y enseñar en libertad plena. Nadie lo escucha, no le creen. Lo tienen por impío, que va por el mundo hablando cosas que no aparecen en las santas escrituras, que huye de él mismo; tiene pesadillas constantes no soporta los diablos que persiguen su alma, porque su espíritu ya tiene dueño. Dicen que enseña sin escribir, todo se lo deja a la naturaleza. A pesar de esto Simón Narciso no se amilana y sigue luchando contra los molinos de viento que van apareciendo en su verdadera batalla, la cual no es otra, que implantar una educación donde se reciban luces resplandecientes y permitan avivar la candela a los inconscientes de la época, los cuales no hacían otra cosa que vivir de otros, para satisfacción de ellos. Si no lo sabías simón tuvo que cambiar tres veces de nombre y mentir en numerosos oportunidades sobre el sitio de su nacimiento, tretas que le sirvieron para poder llevar a cabo sus ideales. En algunas oportunidades se hizo llamar simón, en otras narciso Jesús, pero el nombre que utilizo con más ahínco fue el Samuel Robinson porque se sentía solo, solitario en sus ideas; naufrago en una sociedad colmada de injusticias, donde el poder y la luchas de clases, se imponían sobre cualquiera emancipación que los pueblos osasen en realizar. A similitud con el famoso Robinson, del escritor Daniel Defoe, que se queda en una isla desierta; Simón Rodríguez lo asume cuando decide tomar camino al exilio, adolorido al abandonar su patria y no poder hacerle entender a los que poseían el poder en ese momento que un pueblo donde las oportunidades se vean limitadas por el abuso y la exclusión nunca lograran alcanzar su verdadera identidad. Viajó por muchos países con sus ideas acuestas añorando el día de poder ponerlas en práctica para beneplácitos de muchos y desasosiego de pocos. En sus monólogos constantes expresaba porque en lugar enseñar historia, geografía, cultura de otras latitudes; nos avocamos a entendernos en nuestra propia lengua, conocernos en nuestro entorno, aprender entre nosotros, para consolidar nuestras raíces hispana, cuna esta de muchas civilizaciones. Las personas que observan sus peleas constantes con su otro yo, como el mismo lo decía, se mofaban y ríen llamándolo una vez más el loco, el vagabundo, el indeseable, porque él presagiaba delante de todos como pájaro de mal agüero el trágico destino las tierras hispanoamericanas. Un día como muchos otros se atrevió a preguntarse y a la vez responderse. El espíritu se puede alfabetizar. Sí eso se puede, y es necesario hacerlo, formándolo, educándolo, instruyéndolo, como se hace cuando se le imparten a los niños conceptos sobre historia, geografía, matemática. También deben impartirse nociones sobre honradez, sinceridad, amor por la libertad, lealtad, honestidad, solidaridad, respeto a los demás y necesidad de perdonar. Simón trato por todos los medios de lograr esto y en parte lo alcanzo. Simón tenía espíritu de aventurero, solía decir; no deseo parecerme a los árboles, porque estos echan raíces en un solo lugar al final estas mueren y hasta allí llegó la eficiencia del árbol; quiero ser como el viento más aún si este se convierte en tornado, como el agua de los ríos que al final de su recorrido se besan con las de los océanos formando el matrimonio perfecto de amor y colorido; añoro ser como el sol que no se cansa de girar diciéndole a la tierra, cada amanecer aquí estoy, dando lo mejor para que tú puedas seguir dando luz a quien necesita de ella. También aspiro ser como todas las cosas que marchan sin cesar, en la búsqueda de lo desconocido para hacerlo conocer, y que todos se sirvan de los beneficios que estas logren obtener a largo del camino por donde tengan que transitar. Simón narciso era educador de nacimiento y maestro por vocación, enseñaba divirtiendo, que orgullo y placer sentirías tú, teniendo como guía a una persona que lo difícil lo hacía divertido; no le gustaba estar encerrado por ello utilizaba el campo como aula y el cielo como techo, se compenetraba con la naturaleza de tal manera, lo cual servía para el espíritu, para la fortaleza del cuerpo y el conocimiento de las cosa que nos rodean, y de esta manera aprendemos de ellas y por supuesto nuestro amor por lo nuestro se acrecienta cada día más. El saber de las cosas y los requerimientos de su formación lo adquiere por iniciativa personal, por su capacidad e inteligencia para asimilar y comprender, y por su constante estudio en la “expresión autodidacta”. Maestro de generoso corazón, “Apóstol de la Escuela Primaria” y de profunda fe en la enseñanza pública; forjador de ideas educativas para la defensa del hombre en su originalidad y dignificación y para el progreso y la independencia de los pueblos de Sudamérica; creador de postulados educativos que plantean la necesidad del desarrollo social-humano, iniciador y propulsor de una escuela que se dirija hacia un “aprendizaje útil” para las “luces y virtudes sociales”, hacia la negación del despotismo y sus derivaciones y hacia la promoción de la riqueza material y espiritual de los hombres. Simón Rodríguez, el maestro, adquiere su “experiencia pedagógica” a través del amor, labor y dedicación que destina a la “enseñanza de los niños”. Simón Narciso el americano de la educación popular, el “Maestro de América”. Sus ideas se manifiestan con sentencia y modo original, crítico y desafiante para deslindar una práctica y un hacer de vida y proponer otros caminos y horizontes para una “América Posible”, se constituye en el norte utópico de su pensamiento educativo Para él la escuela se constituye en centro formador de hombres para la sociedad, noble fin que permitiría los únicos bienes, los medios necesarios y la experiencia del saber para el ser y hacer útil y sociable. Es la escuela espacio para la vida social, la sociabilidad, las relaciones con las cosas y las personas, es recinto para la vida moral, las costumbres liberales, republicanas “enseñanza de lo que todos deben saber”; es lugar para enseñar y aprender, que son actos correlativos y empresa general y constante, para el instruir y educar, en suplencia de la potestad paterna, como búsqueda razón de un hombre nuevo, pleno de luces y virtudes sociales, conocedor de sus derechos y deberes sociales, de lo que ha de ser el arte de vivir y la conducta social. La escuela es además, para Rodríguez, taller para enseñar a pensar, desde las cosas, en contacto y en acción con ellas; para aprender a raciocinar, fin de persuadir y convencer para que haya “menos embrollones en la sociedad”, para el ejercicio y el hacer útil, punto de interés para ser sociable, pues es “la sociedad un comercio de servicios mutuos y recíprocas” para educar, creando voluntades y enseñando en el valor del trabajo y el respeto a la industria, cuestión y razón necesaria para entender y saber el valor de las obras. Simón Rodríguez, maestro y político ilustrado, con ideas y pensar original, buscó el impulso-constitución de una nueva sociedad, bajo el signo de un orden republicano y de una educación social para los pueblos que se enarbolaban en nación. Educación y escuela se manifiestan y se significan como medio-razón para preparar y enseñar a la gente a vivir – para la vida republicana, para atender y frenar el estado de ignorancia, que es “causa de todos los males que el hombre, se hace y hace a otros), para la formación en la solidaridad y la participación, puesto que la sociedad republicana debe componerse de hombres íntimamente unidos, por un común sentir de lo que convence a todos”, para impulsar y continuar la independencia, en el saber de las obligaciones sociales, mover y propugnar la conciencia social pública, en el actuar y sentir con los otros y para formar-inspirar el pensar y la conciencia republicana”, “para que los pueblos se sientan capaces de dirigirse por sí” y el hombre sea dueño de sí mismo, de sus bienes y de educación y escuela, para Simón Rodríguez, eran pilares-sostén para emprender la reforma de un modo de existir, vivir y convivir, de pensar, hacer y actuar, de satisfacer necesidades y medios de adquirir, de saber y aprender a objeto de ”levantar a los pueblos hasta el grado de civilización que pide el siglo” La obra escrita de Simón Rodríguez, indica que fue un pensador con una capacidad de observación y análisis clara y profunda y con una visión optimista y rectora, de que la educación significa y es fuerza-sostén de la dignidad del hombre y del progreso espiritual-material de los pueblos. Los escritos de Simón Rodríguez no solo contienen su pensamiento educativo, sino que en correspondencia con éste, se expresan las ideas políticas y sociales que buscaban afianzar la libertad de los pueblos de América y constituir sus Repúblicas. Para Rodríguez, sus libros no eran para ostentar ciencia con los sabios, sino para educar al pueblo e instruir aquellos que querían aprender y vivir en República, de ahí que el contenido debía ser abierto, sencillo y público. El escribir, a la vez que es instruir, es para Rodríguez, un recordar y comunicar, y una actividad necesaria para dejar y hacer llegar las luces, que han de desterrar la ignorancia, así lo puntualiza en Luces y Virtudes Sociales “Escribamos para nuestros hijos.... Pensemos en su suerte social...dejémosles luces en lugar de caudales. Por todas esta perseverancia tanto escrita como vivencial, Simón narciso se fue quedando solo, no en una isla, sino en la patria que lo vio nacer y realizar tan grande obra y por culpa de unos pocos expresó en un momento de dolor espiritual; ya estoy cansado de verme despreciar por mis paisanos. Abogaré, si, por la primera enseñanza, como lo he hecho siempre, porque mi patria es el mundo y todos los hombres mis compañeros de infortunios. También dijo en las postrimerías de su vida. Yo quise hacer de la tierra un paraíso para todos .La hice un infierno para mi…..oh Robinson a pesar de todo cual naufrago errante tu obra cada día cobra más vigencia; gracias por lo que me corresponde.

henry lira


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