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Los últimos días de Galdós

 

galdos

 

Benito Pérez Galdós es uno de los autores más importantes de la narrativa española, y fue uno de los más fecundos. Cada trimestre escribía un volumen de trescientas páginas. Su vastísima obra quedó plasmada en 77 novelas, 22 obras de teatro y varios ensayos. Solo los Episodios Nacionales ocupan 46 volúmenes.

En su juventud y madurez logró llevar una vida cómoda. Primero vivió con en casa con dos de sus hermanas. Se levantaba con la salida del sol,  y escribía hasta las diez de la mañana a lápiz, después salía a pasear por Madrid.

Galdós no daba importancia al dinero ni al lujo. Su enorme éxito, y su extensa obra, le permitieron tan solo comprarse una casa junto a la playa de la Magdalena, en Santander.
 
En los últimos años quedó en manos de prestamistas y usureros, y, a pesar de quedar ciego, se vio obligado a seguir escribiendo para subsistir, dictándole a un ayudante. En los últimos meses de su vida se decidió a hacer pública su situación y se ABC se movilizó con el ánimo de crear una subvención económica para que el novelista. También presionaron los diarios canarios al Ayuntamiento de Las Palmas, que se comprometió a donar al gigante de las letras una cantidad de 10.000 pesetas, que nunca llegaron. Los  últimos años vivió en el hotel madrileño de su sobrino, José Hurtado de Mendoza, pobre, enfermo y solo.«Mientras más libros vendo, menos dinero gano. Voy a ser el único editor que se haya arruinado a fuerza de vender muchas ediciones», reconoció en una ocasión.

A lo que sumó la pérdida del Premio Nobel en 1912. Al parecer no le concedieron  el galardón por su ideología liberal.

A pesar de ello, cuando murió su féretro fue acompañado, desde el Ayuntamiento hasta el cementerio de la Almudena, por más de 20.000 personas, entre los cuales estaban los hermanos Quintero, Jacinto Benavente, el maestro Bretón o Miguel Echegaray, y el Rey Alfonso XIII firmó un decreto por el que el Estado correría con todos los gastos de la ceremonia.