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La vida secreta de los scouts literarios

Javier Rodríguez / Qué Pasa

Día 22/01/2016

“Tanto Carmen Pinilla como yo entendemos el trabajo de scout como una labor que se realiza en la sombra, con discreción y al margen de cualquier dimensión pública (no por nada ambos venimos de la escuela de Carmen Balcells). Pensamos que nuestro trabajo es algo que atañe a los profesionales, no al público en general.
Muchas gracias y un saludo cordial,
Daniel Aragó”.
“Siento no poder responder a ninguna de tus preguntas. Hace unos años decidí mantener esta actividad con la mayor discreción posible. Por cierto, para desterrar el vocablo en inglés, su traducción a nuestro idioma es prospector.
Saludos,
Aurelio Major”.
Competencia, secreto, discreción. Todos estos conceptos se repiten al intentar contactar a los escasos scouts literarios —en total son seis— del mercado hispano. De ellos, sólo dos quisieron hablar con Qué Pasa. Uno es José Hamad, socio de Enrich & Hamad Literary Scouting Agency, que tiene como clientes a las editoriales Rizzoli, de Italia; Wereldbibliotheek, de Holanda, y Cappelen Damm, de Noruega. La otra es Anne Vial, una alemana cuyos clientes son Penguin Random House España, Random House Alemania, Giunti/Italia, Busy Bee/Holanda y Gyldendal/Noruega.

Pero antes, una aclaración. Los scouts literarios son, generalmente, ex editores, críticos literarios o periodistas que trabajan desde las grandes capitales europeas y cuya labor consiste en detectar, antes que nadie, los libros o tendencias que puedan llegar a pegar en mercados específicos. Respecto a las obras en castellano, fue después del éxito de 2666, ese monumental libro de Roberto Bolaño, que las editoriales europeas más grandes se decidieron a contratar scouts para bucear en este lado del mundo.

 

 

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