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Todo lo que le debemos a la siesta de Patricia Highsmith

Berna González Harbour / El País

Día 03/03/2015

Cuenta Patricia Highsmith que una de las herramientas que más le ayudó a escribir fue la siesta. En sus primeros tiempos, cuando aún desempeñaba otros trabajos para sobrevivir, dormía al llegar a casa por la tarde y se bañaba al despertar para simular que empezaba un nuevo día, el de verdad, aquel en el que podía hacer lo que soñaba: poner una palabra tras otra para construir historias. Multiplicar cada día por dos fue el sombrero de su magia, del que iba a salir no un conejo, sino el puñado de las mejores novelas de suspense que siguen latiendo con brío décadas después.

“Un sueñecito ahorra tiempo en lugar de malgastarlo”, cuenta como si tal cosa. “Me duermo con el problema y me despierto con la respuesta”.

 

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