Vasili Grossman, escritor ruso, dedicó esta obra a su madre  Yekaterina Savélievna Grossman y fue su obra cumbre. Una obra, que murió sin ver publicada y sin creer que pudiese ser publicada nunca. Fue considerada tan peligrosa por el regimen soviético, que le fueron confiscadas hasta las cintas de la máquina que utilizó para escribirla.

  

Hoy podemos leerla gracias a la editorial suiza  "L´Age del Homme" que pudo recuperar una copia del manuscrito...si, suele ser difícil silenciar eternamente a los escritores...

  

Entrar en el mundo que nos ofrece Grossman, es hacerlo de la mano de un narrador que procede con los recursos de los grandes narradores del XIX.  Gracias a su omnisciencia podemos sobrevolar Ucrania; entrar en las isbas y sentir el canto del gallo entre las dalias y la niebla del bosque... podemos sentir el hedor y  el horror del viaje en un convoy de deportados hacia las cámaras de gas...podemos  acezar en los sótanos inundados de Stalingrado... sentir como se  cierran a nuestro paso los barrotes y los sueños a medida que avanzamos hacia la prisión interior de la Lubianka.

  

Pero el narrador pertenece al siglo XX. Es un  conocedor de Freud y  de la "corriente de la conciencia" y se nota.  Nos obliga a penetrar en la complejidad del alma humana, con una sutileza que sabe extraer el  brevísimo momento de grandeza en medio de la mayor miseria, así como la mezquindad insólita del que  ya creíamos héroe, con una precisión quirúrjica. En esta novela no podemos anticipar ningún acontecimiento, ninguna emoción, ninguna decisión...Grossman nos hace caminar a ciegas, pues siempre deja intocado ese fondo de ambigüedad en que se origina la identidad y el destino...  que en cualquier momento puede ser abortado por la terrible circustancia.

    

Sus hombres y sus mujeres duelen mucho y a veces se quisiera cerrar el libro y descansar de la toma de conciencia que supone asistir "en vivo y directo"  a la desgracia. Nos vuelve sospechosos a nuestros propios ojos, porque lo que se nos narra  corresponde a  situaciones en las que fácilmente, los hombres corrientes pueden convertirse en  villanos, sometidos a la fuerza de unos acontecimientos tales que casi hacen imposible comportarse con decencia. Los entresijos del poder estalinista, la  eficiente perspicacia del torturador, el miedo, la crueldad, la delación, la dignidad mínima tambien, laten en un gesto, en un silencio, en una determinada sonrisa.

      

Creo que  lo que prevalece a lo largo del relato es una profunda compasión por el ser humano... La convicción de Grossman es que, quien es capaz de sentir ternura en el "infierno", es el único que puede "salvarse"...Anna  camino de Treblinca...Víktor, siempre actuando "in extremis" acuciado por la memoria se Anna Semiónovna, su madre... Zhenia, prefiriendo a Krimov...la anonima rusa de Estalingrado que en la misma escena acaricia el cabello de la niña muerta y frente al pasmo de todos, ofrece su mendrugo de pan al teniente alemán derrotado...

   

Leyendo este libro,  recordé"Guerra y Paz", recordé"Los hermanos Karamazov", recordé a Mandelstam, desaparecido en los "campos" por esos años...recordé a Marina Svietaieva colgándose por pura desesperación lejos de Moscú y sentí que Grossman me  entregaba esa grandeza espiritual que hasta ahora solo he encontrado como patrimonio de la literatura rusa,  una grandeza  que si  no  leemos ciertos libros  no podremos en este mediocre tiempo nuestro, ni siquiera  barruntar...

   

La  buena literatura nos permite vivir lo que de otra manera sería imposible. No se pueden leer algunas páginas y continuar impávidos...Sé que Zhenia ha horadado mi diáfana y romántica concepción del amor para siempre...¡qué duro se me hizo que abandonara a esa especie de principe Andrey ( otra vez " Guerra y paz", es inevitable) , al valiente, al magnífico Borisov, pero me obligó a entenderla. Ya lo creo que sí. Creo también, que si todavía tenía un resto de inocencia con respecto a eso  que se suele llamar "la bondad humana", saltó por los aires mientras acompañaba a Anna  en el vagón de carga...me obligó a preferir como Unamuno, "la verdad antes que la paz" y también a aceptar ciertas pesadillas que sé, serán recurrentes. Es más digno.

             

Una se cura para siempre del orgullo y de la propia complacencia acompañando a Víktor en sus avatares...y vuelve a aprender del poder salvador de la renuncia, cuando abraza a contrapelo ese compromiso que nos surge de las entrañas en momentos fuertes y nos obliga a actuar con una honradez de la que solo nosotros sabremos...

         

Entendí así por qué Vasili Gossman dedicó el libro a su madre..Sé también donde encontrar a Vasili en el inmenso mosaico de sus personajes

  

Yo aseguro que quien se atreva con "Vida y destino" no quedará defraudado.

En español, yo la tengo en una baratísima edición de bolsillo, aunque también está disponible en una hermosa edición en "Círculo de lectores". Vaya desde aquí mi agradecimiento a estas editoriales que nos entregan alimento puro. Quisiera pedirles que por favor reediten "Contra toda esperanza" de Nadia Maldesstam, que después de leer en un ejemplar de biblioteca, he buscado inútilmente en español. Es una joya.

   

Efectivamente, Stalin tenía razón...la literatura es muy peligrosa.

   

Begoña Eguiluz de Sasía


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