MARY ANN CLARK BREMER, UNA PASIÓN PARECIDA AL MIEDO: EL SILENCIO QUE EXISTE BAJO LA NIEVE

La palabra como hilo conductor de las pasiones humanas y, también, como cadena que mueve la creación de historias de amor, terror o venganza. Palabras que buscan un lugar en los relatos cortos, las leyendas o en los simples retazos de una vida, aunque, a veces, tengan que luchar contra el silencio que se nos presenta tan majestuoso como el más imponente de los discursos. Palabras, en definitiva, que van de la mano del amor, por mucho que en determinadas ocasiones necesiten del silencio para, más tarde, poder ser invocadas a lo largo del paso del tiempo. Una pasión parecida al miedo nada más empezar a leerla nos produce la sensación de estar delante de una de esas historias que dejan huella en el lector y, si lo consigue, es porque ese miedo del que habla la autora en el título de este relato, se halla incrustado en el silencio que existe bajo la nieve. Silencio perenne, puro e indómito, pero a la vez, apasionado y circular, por lo opresivo que le resulta a la narradora que, a falta de palabras propias, busca el apoyo de esos otros textos de autores, como por ejemplo las frases-sentencias: «el dolor y el placer son ideas simples, que no pueden definirse», de Edmund Burke, que hacen de presentación de cada uno de los momentos en los que se divide esta pequeña nouvelle que, proporciona, toda la carga dramática y lírica posible a ese amor imposible que tiene miedo a romper las fidelidades del pasado con aquellas personas que ya no están entre nosotros. Ese tenaz y constante recuerdo es el que utilizará Mary Ann Clark Bremer para impedir la realización total del amor, si a esa última aspiración no llega la pasión que envuelve a las miradas, los gestos, los anhelos y las palabras entrecortadas por el deseo. Una pasión parecida al miedo indaga en la introspección de todos aquellos sentimientos que caminan junto al amor sin por ello despreciar la fuerza de un destino que nos inhabilita para llevar a cabo lo que en determinadas ocasiones deseamos hacer. El refugio de las palabras es un buen instrumento para el fuego de la dicha que acoge a nuestro corazón cuando estamos al lado de la persona amada y, la metaliteratura, se convierte en el alfabeto con el que expresar todas aquellas sensaciones que nuestros sentimientos ni se atreven a admitir ni son capaces de expresar por la obturación en la que devienen cuando son víctimas de, como dice la autora, una pasión parecida al miedo. El amor no es sólo la llama que lo quema todo, sino también la desazón que lo condiciona, pues se configura en el fiel de una balanza que es muy difícil que se mantenga en equilibrio. Un equilibrio al que Mary Ann Clark Bremer renuncia, pues le dota de un lirismo sutil, certero y muy cercano a la auténtica esencia que necesita de muy pocas palabras para ser entendida y vivida, quizá, porque esa esencia se esconde en el silencio que existe bajo la nieve.

Ángel Silvelo Gabriel.


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