Soldados de Salamina

AUTOR: Javier Cercas.

EDITORIAL: Tusquets. PÁGINAS: 209.

El olor desdichado de los héroes. Mentiría cual bellaca si dijese que la idea que me había hecho antes de leer Soldados de Salamina fue la acertada. Aun cuando hasta el título de este relato real –como lo llama el autor/narrador- me parece ahora, a toro pasado, de lo más elocuente y revelador, todavía en plena lectura continuaba yo muy despistada y no veía más allá de mis narices su verdadero quid. Mi desorientación no era achacable a que este libro sean muchos libros: una novela histórica, una biografía, una especie de diario de trabajo, un ensayo metaliterario. El autor logra con gran maestría que todos estos elementos conformen un todo, vigoroso y resistente, que permite una lectura sencilla y fluida. No, no se trataba de eso. Mi confusión derivaba de la anécdota que da origen al relato: a punto de finalizar la guerra civil española, Rafael Sánchez Mazas, uno de los fundadores de Falange, se salva de ser fusilado gracias al dejamiento de funciones de un soldado republicano; después, sobrevive gracias al auxilio de tres amigos, que pertenecen al bando enemigo. Obcecada en que el árbol no me dejase ver el bosque, centré el foco de la narración en la figura, la actuación y la obra del escritor conservador; sugestionada y estupefacta por su estrechez de miras y sus desvelos por cambiar el estado de las cosas y combatir el peligro que amenazaba “el sueño de beatitud burguesa de los suyos” (p. 136); interesada en cómo expresó en su poesía la melancolía por un tiempo que se fue y que “en su huida arrastra el orden y las seguras jerarquías de un mundo abolido que, precisamente por haber sido abolido, es también un mundo inventado e imposible, que casi siempre equivale al mundo imposible e inventado del Paraíso” (p. 80); horrorizada por saber que esa poesía fue el más afilado instrumento con el que el fascismo español alimentaría una violencia in crescendo que desembocó en la guerra fratricida, me equivoqué de protagonista y, esperando una revelación distinta, desvié la atención del auténtico mensaje de este libro. Sin ánimo de disculparme -algo absolutamente impertinente-: dudo mucho que la distracción se deba más a una torpeza mía que no al mérito de Javier Cercas. Y es que uno de los grandes valores de esta narración, si no el primero, es su original y bien calibrada estructura. Ya he aludido a la amalgama de géneros literarios de los que está compuesto el texto, y al buen hacer del escritor para ensamblarlos sin estridencias, de manera natural. Dos son los hilos conductores para ello: uno es el suceso del fusilamiento frustrado de Sánchez Mazas, engarzado con el otro, el del conocimiento casual del periodista Javier Cercas de este suceso y su interés por él; interés que le lleva a una investigación cada vez más intensa y que será el germen de su relato real. Así el autor/narrador cuenta la historia propiamente dicha a la vez que hace al lector conocedor tanto de sus pesquisas acerca del hecho como del proceso de escritura de su libro –plasmando sin apariencia de fingimiento cada una de sus frustraciones, sus esperanzas, sus incertidumbres, sus reflexiones y sus disquisiciones literarias-, este libro que el lector tiene en las manos. El detalle con que se describe este proceso de búsqueda de datos y de creación literaria bien pudiera parecer a muchos una excentricidad caprichosa con intención innovadora por parte de Cercas; pero aún si fuese así, no sería su función última y principal.Ésta tiene que ver con la tensión narrativa del relato y se empieza a caer en la cuenta de ello, aunque sea de forma inconsciente, cuando hacia la mitad de la narración decae el interés por el supuesto personaje principal: el lector ya sabe de Sánchez Mazas y de su imprevista “aventura” todo lo que puede saber por medio de la novela. Es entonces cuando el Cercas autor y narrador pone voz a la intuición del lector y, tras leer el primer borrador de su libro, expresa su descontento de que éste “no era malo, sino insuficiente, como un mecanismo completo pero incapaz de desempeñar la función para la que ha sido ideado porque le falta una pieza” (p.144). Esa pieza clave se la va a proporcionar Roberto Bolaño, el escritor chileno, al que Cercas entrevista para el periódico en el que trabaja. Es a través de él por quien sabe de la existencia de Miralles, un combatiente del bando republicano en la Guerra Civil Española y, posteriormente, de loa Aliados en la Segunda Guerra Mundial. Es este soldado el contrapunto de Sánchez Mazas, quien no supo o no quiso ser coherente con esas ideas suyas por las que “identificaba con la civilización las seguridades, privilegios y jerarquías de los suyos” (p. 136) y por las que fue autor de “una violenta poesía patriótica de sacrificio y yugos y flechas y gritos de rigor que inflamó la imaginación de centenares de miles de jóvenes y acabó mandándolos al matadero” (p. 51); quien, una vez acabada la contienda, prefirió ser parte ornamental del régimen que adulteró esas mismas ideas y vivir cómoda y vanidosamente a hacer frente a la “flagrante discrepancia entre su proyecto político y el que gobernaba el nuevo estado” (p. 128). Miralles, en cambio, combatió –junto a otros muchos- desde que lo reclutaron y durante más de siete años seguidos porque pertenecía a esa clase de tipos que hacen lo que tienen que hacer sin esperar tan siquiera un reconocimiento; tipos que sin pretenderlo nos hacen más libres porque “a última hora siempre ha sido un pelotón de soldados el que ha salvado la civilización”; (p. 86), tipos que acaban su vida olvidados en un geriátrico, oliendo a medicinas y a viejo. No me cabe duda de que los futuros lectores de esta modesta, por elegantemente sobria, joya de nuestra más contemporánea literatura serán más avispados que yo y pronto comprenderán con la misma emoción con que por fin yo lo comprendí que en estas páginas de lo que se habla es de los auténticos valientes que pelean sin trompetas ni alharacas los más utópicos combates, las batallas de Salamina, alentados únicamente por un inconsciente deber del entendimiento, por el instinto que siempre está en la naturaleza de los verdaderos héroes.

AUTOR: MARÍA DEL MAR ABAD JARA


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