Yelmo de Mambrino o bacía de barbero

Don Quijote de la Mancha, cree haber encontrado el Yelmo de Mambrino, regalo precioso para su amada Dulcinea. Sancho está convencido, que no ningún yelmo. Para él lo que brillaba era una bacía de barbero. Don Miguel de Unamuno filosofando sobre quien tiene la razón, concluye dando a los dos. Es yelmo de Mambrino para Don Quijote y bacía para Sancho El Dorado fue para muchos, como el yelmo para Don Quijote, ilusión de haber conseguido un sueño, para otros fue simples aperos de trabajo, dejados olvidados en busca de una isla para gobernar.¿Existió El Dorado o fue una quimera? La historia del dorado, que pretendo contar fue, para muchos quijotes el brillo que deslumbrados que llenó sus vidas de aventureros. El dorado fue un sueño, El dorado fue in imán, Sueño para abandonar sus instrumentos de trabajo rudimentarios y buscar un futuro que colmase sus deseos. El dorado fue el imán que atrajo a embarcarse en nuevas aventuras. El Dorado fue una realidad para los primeros expedicionarios que llegaron a las tierras del Darién. Fernando el Católico, logra que Roma nombre la diócesis de la Antigua, y presenta para obispo a Juan Quevedo, franciscano de las montañas de Burgos. Pedrarias, gobernador de las tierras del Darién, ‘Castilla del Oro’ como se la llamó, prepara una gran expedición para poblar dichas tierra. Fue tan elocuente la propagan de “las maravillas y enormes riquezas del obispado”, que con cuatrocientas personas zarparon del Puerto de Sanlúcar de Barrameda, el once de abril de mil quinientos catorce. En la embarcación van acompañando al Obispo 6 religiosos de la misma orden y 17 sacerdotes seculares. El Dorado era una realidad para todos los expedicionarios, que dejando la vida cómoda, aunque pobre, de Castilla y Andalucía y se meten por las intrincadas e inhóspitas tierras de Darien. -A los pocos años, -el prelado- escribe al Rey, dando cuenta de la realidad: “sólo quedan cuatro clérigos y el canónigo Lorenzo Martín” no pude contar ni con los franciscanos, compañeros de religión. Las tácticas de Pedrarias, en las cacerías de indios, irritó de tal manera a los indígenas, que obliga a pensar en el traslado de la gobernación a tierras de Panamá, como diría años más tarde el Arzobispo-Virrey de Santa Fe (Bogotá), don Antonio Caballero, refiriéndose a la venganza de los indios quienes abandonan las costas del Darién, responsabilizando totalmente del hecho a Pedro Arias: “Desde esa época (1518) se abandonaron las costas del Darién, y los indios, viéndose libres de las fuerzas armadas, empezaron a sacudir el yugo y a tomar venganza de Pedro Arias, cuyos estragos, han llegado hasta nosotros”. El Dorado era Yelmo de Mambrino para que conquistadores, colonizadores y misioneros emprendieran nuevas corrientes emigratorias, guiados por el brillo soñado. Fue bacía para buscar cambios en la metodología de la conquista, siguiendo la proclama revolucionaria del sermón de Antonio Montesino, “la voz que clama en el desierto”, sermón escrito y firmado por los cuatro dominicos existentes en Santo Domingo, contra los métodos empleados por encomenderos y conquistadores, en el trato a los aborígenes. Proclama de los dominicos fue la bacía que movilizo a hombres, tanto de alta política de la Corona, como de la universidad salmantina, dando, como resultado, las nuevas leyes de la Junta de Burgos, sobre la conquista pacífica. Hoy existe un continente, con sus defectos, producto de aquellas realidades, que no son indios ni europeos, sino una mezcla de razas y sangres. El sueño del Dorado hizo que Rodrigo de Bastidas, primer obispo de Coro, Venezuela, con el doble nombramiento de obispo y Gobernador, usando de su autoridad civil manda la expedición al mando de Felipe de Utré, con gente armada, hacia el Lago de Maracaibo a asaltar indios, cuyas ventas le costease otras de mayor expedición. Para el obispo, como a otros, -el Dorado era, -dice Humboldt- un fantasma que hacia unir a los españoles y que los llamaba a toda hora. El dorado era Yelmo de Mambrino que iluminó y ofusco a muchos permitiendo la expansión y población de lugares inhóspitos, fundando pueblos, llegando a lugares remotos. Era bacía para este primer obispo de Venezuela que le permite profundizar al contacto con los padres dominicos de Santo Domingo, en la metodología de la evangelización, en estos contactos se encontró con Fray Bartolomé de Las Casas. Los alemanes, financistas de Carlos V, sueñan con el Dorado, ubicado en el oriente de Venezuela, eran lagunas de oro y espacios inmensos de metal dorado. El Dorado era la bacía para los sanchos panza, que a pesar de su convencimiento de la realidad, seguían a los quijotes, en espera de que un día les diesen la gobernación de la isla prometida. El brillo del Yelmo de Mambrino sacó a Juan de Villegas, de los lagos verdes del Tocuyo, acompañado de españoles e indios y fundan el pueblo de Nueva Segovia de Buría, en la conjunción de los ríos Buria y Turbio, en la explotación del dorado. Las crónicas, nos cuentan las aguas del Buría contenían pepitas doradas, pero la mina se agotó pronto, y las inclemencias del tiempo e inundaciones, permitió la nueva ubicación, después de tres nuevos intentos se establecieron en la meseta actual, donde se encuentra Barquisimeto, “tierra de frutas y cereales”. Estas crónicas nos recuerdan el retorno de Sancho a sus aperos de labranza, convencido que el brillo del Yelmo para Don Quijote era la bacía que el barbero usaba para ganarse el sustento. El Dorado hizo posible que muchos españoles saliesen a formar una raza nueva, que ni seria europea ni india, y como sanchos retornarán los aperos de la labranza. El Dorado, ubicado por los gobernadores alemanes en el Oriente del País, ha existido, y desgraciadamente existe, así como existen los sanchos en el correr de la historia. Los que hemos conocido el brillo del oro negro hemos visto como se han abandonado los aperos de labranza, por buscar el botín que les correspondía, sin pensar que el dorado real es la formación del hombre, capaz de ser agente de desarrollo y bienestar de los pueblos. Si nuestros gobernantes, dispuestos deshacer los entuertos del pasado, cual auténticos quijotes, arremeterían contra la ignorancia, causas de la explotación del hombre por el hombre, creyendo que el oro brillante y el oro negro les sacará de la miseria, olvidado del Yelmo y volviendo a la bacía del trabajo. Vemos, con dolor, esta droga inserta en todas las esferas de la sociedad, es el peor opio que se ha podido inventar. Ganancias exorbitantes para los manipuladores que dopan a las mayorías, al crearles espejismos de salir de la miseria con el Milagro del Juego, y hacer que se olviden sus capacidades, únicas para llegar a construir su propio bienestar con el trabajo y la formación. Para los que detentan el poder es medió más diabólico para seguir engordando a costa de la ignorancia del soberano. El Dorado es el Yelmo para muchos y es bacía para los más, pero el dorado, seguimos creyendo, es el quehacer y producir riqueza que nos hará poder disfrutar de una Venezuela real.

 

Nazario Valpuesta Abajo


Comentarios (2)

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buenas tardes
señor esta muy largo

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es largo
tendriais que hacer un resumaen

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