Devenir: punto de fuga en los personajes en Kafka”

Abstract

En el presente trabajo analizaremos, siguiendo la terminología de Deleuze y Guattari, el devenir que padecen tres personajes del cuento de Kafka “Un médico rural”. Siguiendo lo planteado por Deleuze y Guattari en su libro Kafka por una literatura menor desarrollaremos la idea del devenir como posible salida o punto de fuga para los personajes. Veremos cómo en este cuento en particular, Kafka, con su peculiar estilo, libera a sus personajes dándoles un movimiento de salida: afuera, arriba o abajo; lo importante es moverse. Y en un segundo lugar, intentaremos justificar que, si bien los límites en los que se ven apresados dichos personajes no son borrados completamente, sí son debilitados hasta alcanzar un lugar o un espacio de ambigüedad.

Palabras claves: devenir, punto de fuga, movimiento, límites.

INTRODUCCION

En su libro Kafka por una literatura menor Deleuze y Guattari refieren a la escritura de Kafka como una “máquina” siendo esta una experimentación del autor. Señalan que dicha máquina está constituida “por contenido y expresiones formalizados en diferentes grados así como por materias no formadas que entran en ella, y salen de ella y pasan por todos los estados” (DELEUZE Y GUATTARI Kafka por una literatura menor 1978, pág. 17). Entrar y salir y “la línea de fuga forman parte de la máquina” (DELEUZE Y GUATTARI 17). Esta última idea de línea de fuga es presentada en Kafka como la posible puerta de salida hacia arriba que tienen los personajes, “no se trata de libertad por oposición a sumisión, (…) más bien de una simple salida” (DELEUZE Y GUATTARI 16). Y ésta salida es la que los personajes kafkianos encuentran a través de sus devenires. Al mutar o transformarse en otro logran diluir los límites que anteriormente los restringían. En el cuento “Un médico rural” podremos ver cómo estos devenires están íntimamente ligados con los movimientos ascensionales y cómo, al cambiar los personajes, se liberan, mutan y logran deslizar los límites que los encierran.

Finalmente veremos cómo estos movimientos desde un “ser” a “ser otro” generan, justamente, un corrimiento de los límites que fomentarán una sensación de ambigüedad a lo largo del relato hasta depositar al lector en la incerteza. Podríamos decir, también, que en este movimiento los personajes y el lector se desterritorializan.

Analizaremos esta hipótesis a partir de tres personajes de dicho cuento: el palafrenero, el enfermo y el médico.

El Palafrenero

Este es el primer personaje que aparece en el cuento y, a su vez, el que primero se desterritorializa al devenir-bestia.

Comienza el relato y el médico debe ir a la casa de un enfermo pero encuentra que sus caballos han muerto. Ofuscado, patea la puerta de una pocilga “que no se utilizaba hace años” (KAFKA 222) de donde saldrá el palafrenero. Este aparece “acurrucado bajo el cobertizo” y le ofrece al médico sus propios caballos. Es curioso que el palafrenero aparezca desde un lugar subterráneo e inmediatamente después de que el médico reconozca “un olor y un calor como de caballos” proveniente de la pocilga. Entonces, esto nos hace pensar como lectores, que este personaje en su primera aparición tiene características más animales que humanas. Está acurrucado en un cobertizo, luego se nos señala el olor como de caballos y cuando el personaje sale de la pocilga lo hará “a gatas” (KAFKA 222). Podemos relacionar este primer movimiento hacia arriba con lo que señalan Deleuze y Guattari como un movimiento que “no se trata de libertad por oposición a sumisión, sino solamente de una línea de fuga; o más bien, de una simple salida “a derecha, a izquierda, a donde fuera”, lo menos significante posible” (DELEUZE Y GUATTARI 16). Estos movimientos hacia algún lado, los llevan a cabo los personajes que se desterritorializarán deviniendo otra cosa; siempre y cuando eso “otro” sea algo más alejado de lo humano y más cercano a lo animal. Porque:

   devenir animal consiste precisamente en hacer el movimiento, trazar la línea de fuga en toda su positividad, traspasar un umbral, alcanzar un continuo de intensidades que no valen ya por sí mismas, encontrar un mundo de intensidades puras donde se deshacen todas las formas, y todas las significaciones, significantes y significados para que pueda aparecer una materia no formada, flujos desterritorializados, signos asignificantes (DELEUZE Y GUATTARI 24).

Entonces, Kafka introduce al palafrenero y a continuación este trae a los caballos que le prestará al médico. La descripción de los caballos que “se irguieron en seguida con sus largas patas, sus cuerpos despedían un vaho denso” (KAFKA 222) funciona como “redundancia” y entonces lo externo aparece en correlación con el personaje.

Y una vez entregados los caballos, el palafrenero deviene bestia, y deja marcados sus dientes en la mejilla de Rosa, la criada del médico: “Pero apenas se le había acercado, cuando el mozo la abrazó y pegó su rostro al suyo. Ella gritó y huyó hacia mí: en su mejilla se podían ver las marcas rojas de dos hileras de dientes” (KAFKA 223). La idea del mozo como bestia es enfatizada a través de las palabras del médico quien lo acusa de tal y lo amenaza con un látigo.

Esta primer des-humanización es la que abre el relato, dejando una sensación extraña en el lector. Los límites comienzan a moverse, lentamente

El enfermo

Este personaje es introducido junto con la irrupción de las cabezas de los caballos a través del vidrio de la habitación donde se encuentran tanto el enfermo (en la cama), como el médico a su lado y la familia del joven. Más adelante el narrador nos dirá que han entrado también los ancianos del pueblo a presenciar la escena. Nos encontramos con un personaje estático, postrado en su cama, sin embargo el espacio que lo rodea es móvil.¿Pero, entonces, dónde se realizará el movimiento del personaje? ¿De qué modo logrará desterritorializarse y encontrar una salida?

El enfermo tendrá su punto de fuga en la herida de su costado derecho donde “se ha abierto una llaga tan grande como la palma de la mano” (KAFKA 225). Al principio, en una primera revisión, el médico no encuentra nada inusual en el paciente y se lamenta por haber dejado a su criada en manos del palafrenero sin un motivo importante: “Se confirma lo que ya sabía, (…) el niño está sano y lo mejor sería sacarlo de la cama de un empujón. (…) Sólo tengo que preocuparme por Rosa. (KAFKA 224). Pero cuando está por irse, la hermana del paciente agita una “toalla empapada en sangre” y entonces el médico está “dispuesto a admitir, bajo determinadas circunstancias, que el joven, tal vez, estaba enfermo” (KAFKA 225). Simultáneamente a la sospecha de una posible enfermedad, “los caballos vuelven a relinchar; parece como si el ruido hubiera sido ordenado desde las alturas para ayudarme en el reconocimiento” (KAFKA 225). Es un ruido lo que irrumpe en el pensamiento del médico que, a su vez, ilustra este des- limitarse, porque “mientras haya forma, sigue habiendo reterritorialización” (DELEUZE Y GUATTARI 15).

El movimiento de desterritorialización, entonces, es el que sucede en la herida del joven. Porque dentro de ella hay gusanos que buscan una salida, que salen desde un centro hacia el exterior. Primero aparece la idea de un movimiento ascensional como posible punto de fuga. La herida se describe como análoga a una mina descubierta, es “rosada, con múltiples matices, oscura en el centro, más clara en los bordes, la superficie suavemente granulada, con sangre acumulada e irregularmente distribuida, abierta como una mina subterránea” (KAFKA 225). En una segunda instancia, aparecen los gusanos dentro de ella, “gusanos, tan largos y gruesos como mi dedo meñique, de color rosado y manchados de sangre, firmemente adheridos al interior de la herida [que] se abren camino hacia la luz con sus cabecitas blancas y sus numerosas patitas” (KAFKA 225). El enfermo deviene-gusano y a través de estos logra conseguir desterritorializarse y, siguiendo las reglas kafkianas, encuentra una salida y una posibilidad de liberación.

El médico

Este es el personaje principal del cuento y es el último en devenir otra cosa. Como hemos visto, tanto el palafrenero como el enfermo, devienen animales o insectos y según exponen Deleuze y Guattari, estos devenires son “desterritorializaciones absolutas” (DELEUZE Y GUATTARI 24); mientras el médico no se transformará en un animal. Sin embargo, a través de éste último movimiento de desterritorialización, la ambigüedad se volverá absoluta, logrando un rotundo cambio en los límites de los personajes que se contagia al lector.

El médico deviene ambiguamente porque su mutación queda suspendida entre los roles de médico y enfermo. Al final del relato el lector dudará, quedará en un abismo por cuanto el médico pudo, o no, haber tomado el lugar del enfermo.

Luego de haber descubierto la herida en el costado del joven, este le pregunta si lo salvará. El paciente no articula las palabras sino que las “susurra”, otra vez este sonido que no está del todo formado, que se asemeja más a un ruido que a una palabra articulada. Y mientras el médico reflexiona sobre la responsabilidad de su profesión y cómo la gente siempre pretende lo imposible de ellos, los parientes comienzan a desnudarlo y a cantar una canción como si fuera un ritual: “¡Quitadle la ropa, entonces curará/ y si no cura, se le matará!/ Sólo es un médico, sólo es un médico” (KAFKA 226). El acto de quitar la ropa anticipa una probable desterritorialización, porque al final un médico sin su uniforme deja de serlo. El momento del enroque entre los dos personajes también es anunciado por la descripción del contexto, habíamos visto anteriormente que se cumple con el recurso de redundancia; entonces, cuando el médico mira a su alrededor y dice “ya estoy desnudo y contemplo tranquilamente a la gente con el dedo en la barba y la cabeza inclinada” (KAFKA 226). Así podemos entender esta descripción en relación con lo dicho por Deleuze y Guattari: “la cabeza erguida, la cabeza que rompe el techo, parece responder a la cabeza agachada. Aparece en toda la obra de Kafka” (DELEUZE Y GUATTARI 12). E inmediatamente después el narrador dice: “(…) me cogen por la cabeza y por los pies y me llevan a la cama. Me dejan al lado de la pared, junto al costado de la herida” (KAFKA 226).

Nos encontramos con un médico en estado de devenir –enfermo-. Pero la genialidad de Kafka radica en que el lector no puede estar del todo seguro de esto. Porque luego de estar en la cama con el paciente, el médico dice levantarse e irse todavía desnudo, ya desterritorializado. Pero algo sucede en su huida que no puede hacerla velozmente, entonces hay un movimiento de fuga que no puede concretarse en su totalidad. Como si al haber estado junto a la herida, el proceso de devenir-enfermo comenzara e imposibilitando la vuelta a su casa como el médico que supo ser. Los límites se descolocan aun más puesto que la ambigüedad del relato se traslada a la mente del lector. El cuento termina diciendo “Mi abrigo cuelga de la parte trasera del coche, pero no lo puedo alcanzar, y nadie en la movediza chusma de pacientes es capaz de mover un dedo.¡Estafado! ¡Estafado! Una vez que se ha seguido la falsa llamada del timbre nocturno, ya no hay remedio” (KAFKA 227).

CONCLUSIÓN

Luego de analizar los diferentes devenires que padecen tres de los personajes del cuento “Un médico rural” de Kafka, podemos afirmar que son estos cambios en ellos los que funcionan como puntos de fuga o desterritorializaciones. La libertad kafkiana no es lo opuesto al sometimiento, y tampoco significa romper las cadenas o liberarse de una prisión. Libertad significa movimiento; por un lado: del personaje que va de “ser” a “ser otro”, y por otro lado: un movimiento de expansión de los límites. Devenir-bestia, devenir-gusano y devenir-enfermo son tres formas de desterritorializarse, de encontrar una posible puerta de salida hacia algún lado, no se sabe bien dónde, pero lo importante es “salirse”. Y este proceso de corrimiento tiene como puerto de arribo a la ambigüedad. Al final del cuento, la ambigüedad queda anclada y en un movimiento contradictorio, lo límites se disuelven y ya no queda nada seguro.

BIBLIOGRAFIA

KAFKA, Franz. 2004 “Un médico rural” en: Cuentos completos (textos originales). Madrid, España, Valdemar/clásicos. pp 222/227.

DELEUZE, Gilles y GUATTARI, Félix. 1978 Kafka por una literatura menor. México, Ediciones Era.

 

 

Autor: Paula Felgueras


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