Pequeñas joyas breves
La literatura, por supuesto, no es cuestión de extensión, algunas obras maestras son muy extensas como Guerra y Paz de Tolstoi, Crimen y Castigo de Dostoyevsky, Viaje al fin de la noche de Celine, Rayuela de Julio o Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, Moby Dick de Herman Melville, La montaña mágica de Thomas Mann o el Ulises de James Joyce, pero no es en absoluto necesario escribir cuatrocientas páginas para rozar la excelencia.
Algunos de los libros más influyentes de la literatura universal son muy breves, y han marcado a generaciones enteras, tanto niños como mayores, como El principito de Antoine De Saint Exupery, una historia que trata temas universales como el amor, la amistad, el sentido de la vida y la naturaleza humana. Realiza una crítica al hombre y a la civilización moderna que conducen a la pérdida de los valores más esenciales del ser humano. Defiende la sabiduría de los niños como algo que sirve para guiarse en la vida adulta, pero que irremediablemente se pierde con la edad. Del mismo modo que Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, nos hace reflexionar en clave filosófica tanto a los mayores como a los niños.
Destacan en este pasado siglo esas historias breves pero de gran intensidad como El viejo y el mar de Ernest Hemingway, la última obra que escribió en Cuba antes de suicidarse. Es considerada como uno de los trabajos de ficción más destacados del siglo XX, la obra trata sobre un anciano pescador que recuerda su vida pasada con amargura. Algunos libros marcaron generaciones enteras como las El amante de Marguerite Duras, un libro autobiográfico donde Duras narró su juventud en Saigón y la relación con un hombre mayor, el libro obtuvo el Premio Goncourt y alcanzó un éxito mundial, logró vender más de tres millones de ejemplares, y fue traducida a cuarenta idiomas. Otro éxito sin precedentes fue el de Seda de Alessandro Barrico, publicada en 1996 con el título de Seta. Ambientada en el siglo XIX, narra la historia de un francés llamado Hervé Joncour, que viaja repetidamente a Japón, en aquel momento aislado de occidente, para adquirir huevos de gusanos de seda con el fin de surtir a la industria de Lavilledieu, su pueblo, de ese tejido. Otra historia de un europeo ambientada en Japón, menos conocida en España pero de gran éxito en Francia, es la recientemente traducida como La intrusa Eric Faye, con el título originario de Nagasaki. Es una más que recomendable lectura, que le valió el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa en 2010. Basada en una historia real, fábula sobre la casa de Shimura, un solterón de 56 años, meteorólogo, un hombre preciso y meticuloso, que llega a su casa un día cargado con las bolsas de la compra y cuando abre el frigorífico le asalta la idea de que faltan algunos productos, un yogur, algo de leche o zumo. A continuación saca una regla y mide el contenido del envase de zumo que ha abierto por la mañana. Faltan siete centímetros de líquido. La evidencia reafirma sus sospechas: Shimura piensa que alguien entra en su casa y se alimenta a su costa en su ausencia. Una historia apasionante que atrapa al lector desde el principio en el que la trama va dando numerosos giros sorprendentes y nos hace reflexionar en profundidad, en un estilo sobrio y sencillo. Otra pequeña joya guardar en nuestra biblioteca.
